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lunes, 29 de agosto de 2016

UN SACERDOTE CATÓLICO, ME AYUDA:

PALABRAS DE ALIENTO, del Padre Jorge Nardi, Rosario, Argentina:

El padre Jorge Nardi, es el sacerdote párroco de la Capilla de San José de la Caridad, anexa al Hospital Provincial, de la ciudad de Rosario, en Argentina, y al enterarse de mi trabajo, desde hace ya casi siete años, en guardia, frente a la depresión y a la soledad del adulto-mayor, quiso ayudar, y contribuir, y por el sistema de mensajería del teléfono celular, me envía relatos cortos, que él reúne, como “Palabras de aliento”.
Desde ya, agradezco, inmensamente, esta colaboración, del Padre Jorge, públicamente, y espero que sirva de ayuda a las/los lectores.
Pido que, aunque se envían algunos mensajes juntos, se lea uno sólo por día, y se lo medite, robando unos minutos de vuestro tiempo, tiempo que a veces nos es, tan escaso, en este mundo agitado y apurado, que actualmente vivimos.
Ahora va el primero, y así sucesivamente:

UNA MOCHILA:
Muchas veces, nosotros, vamos cargando, con mochilas, de cosas que nos sucedieron en el pasado, y hace, muy difícil, nuestro camino, eh.
Por eso, te invito a que reflexiones, sobre esta historia, y dicen que dos monjes, caminaban a lo largo de una calle, y llegaron a un riachuelo, en la orilla se encontraba una mujer, que no sabía cómo cruzar, al otro lado, sin mojarse.
Uno de los monjes, la cargó en sus espaldas, y la llevó, así, hasta la otra orilla.
En silencio, continuaron, los dos monjes, su camino, y después de varias horas, dijo uno: -Hermano, tú sabes que nuestra orden, nos prohíbe tener contacto con mujeres, ¿cómo pudiste hacer algo así?
El otro monje contestó: -Yo he dejado a la mujer, en el otro lado del río, hace horas, ¿por qué, la sigues llevando tú, contigo?
Miren, cuando nosotros revivimos, cosas desagradables, del pasado, los pensamientos o las emociones, seguimos atados, y no podemos disfrutar, de cada momento, estamos llamados a vivir el presente, y poner el pasado en la Misericordia de Dios, si hicimos algo malo, nos conviene arrepentirnos, pedir perdón, en el sacramento de la reconciliación, y después NO SEGUIR DANDO VUELTAS A LAS COSAS.
Asimismo, a las cosas desagradables que nos sucedieron, al traerlas a la memoria, con tristeza, volvemos a revivirlas, en nuestro interior.
Es necesario, ejercitarnos, en el desprendimiento, entregando personas y acontecimientos, en manos del Padre.
Nos ayuda, la oración del corazón, y así podemos vivir, mejor, el aquí y ahora, dejando el pasado en Misericordia de Dios, y el futuro en Su Providencia.

2 da. Presentación:
BRAZOS LARGOS:
Cuentan que en la segunda guerra mundial, explotó una bomba, en una parroquia, que tenía, un Cristo, maravilloso, que inspiraba gran devoción, a los que lo visitaban.
Quedando, destrozados sus dos brazos.
Luego de la guerra, se reunieron los parroquianos, para decidir juntos, sobre el destino del Cristo, y pensaron, que lo mejor, sería dejarlo, como estaba, con un cartel, que dijera, “Mis brazos son ustedes”.
Pensemos, Jesucristo, fue un gran personaje de la historia, que pasó, haciendo el bien, y gracias a su tránsito por el mundo, partió la historia en dos, antes de Cristo, y después de Cristo.
ÉL fue, y es, verdadero Dios y verdadero Hombre.
Los cristianos, creemos que murió, resucitó, y vive, hoy, entre nosotros.
Por la acción del Espíritu Santo, se pone en contacto, con cada miembro de su cuerpo místico, y nos sigue enseñando, santificando, y misionando.
Para realizar, esta tarea, de hacerse presente, en cada uno de nosotros, utiliza algunos instrumentos, acontecimientos, signos, personas, todos muy sencillos, pues a Dios, no le gustan las cosas complicadas.
Uno de esos instrumentos, somos nosotros, configurados con Él, en el bautismo, y transformados en sus discípulos, para siempre.
Para actualizar, hoy, la presencia de Cristo, en los demás, en primer lugar, tenemos que estar, en contacto muy íntimo, con Él.
Podemos preguntarnos ahora, ¿quién es un discípulo de Jesús?
Mirá, discípulo, es el que está en estado de aprender, y supone un maestro de quien aprende.
En tiempos de Jesús sus discípulos se reunían, en torno a Él, alrededor del Maestro, se sentaban a sus pies, para oír y preguntar.
El cristiano de hoy, también, está llamado a ser un discípulo, que vive, las exigencias del seguimiento de Jesús, seguimiento, que tiene las siguientes características: Primero, anteponer, el amor por Jesús, a todo otro amor, segundo, negarse a sí mismo, para seguir a Jesús, tercero, renunciar al propio egoísmo, para SERVIR MEJOR, cuarto, llevar la cruz, cada día, dificultades, compromisos, quinto, aprender de Jesús, su mansedumbre y humildad, sexto, comprender y vivir, la doctrina de Jesús, séptimo, amar a todos, especialmente, a los más sufrientes, octavo, anunciar, la palabra de aliento, que procede del Señor, noveno, trabajar, en la construcción de un mundo, más justo, y fraterno, y décimo, hacerlo todo, en comunión, con los demás.
El secreto, está, en PERMANECER, UNIDOS A CRISTO.
Para el cristiano, que ora siempre, y se nutre de los sacramentos, lo que lo transforma, ya no serán sus propias fuerzas, sino Cristo, en él.
El discípulo, es un verdadero misionero, en su propio ambiente, allí, es donde tiene que dar frutos, con sus virtudes, para dar testimonio, y anunciar la Buena Nueva.
Porque, un verdadero, seguidor de Jesús, tiene que dejar, huellas en lo religioso, y en la transformación, de la sociedad.
De esa manera, se convierte, en sus BRAZOS LARGOS, que bendicen, abrazan, consuelan, hacen el bien, reconcilian, sanan, y llevan paz y alegría.

3ra. Presentación:

AMAR A TODOS:

Que importante, que es, aprender, ese arte de amar, que se va ejercitando, todos los días de la vida, con las acciones concretas.
San Gerónimo, en su comentario, sobre la Epístola a los Gálatas, cuenta la siguiente anécdota:
El Bienaventurado, san Juan Evangelista, al final de sus días, cuando moraba en Éfeso, apenas podía ir a la Iglesia, sino en brazos de sus discípulos, y no podía decir muchas palabras, seguidas, en voz alta, no solía hacer otra exhortación que ésta: Hijitos, ámense, unos a otros.
Finalmente, sus discípulos, y los hermanos, que lo escuchaban, aburridos de oírle, siempre lo mismo, le preguntaban: Maestro, por qué, siempre nos dices esto.
Y les respondió: Porque éste es el precepto del Señor, y su sólo cumplimiento, es más que suficiente…
Este amor, es como una semilla, que sembramos, en los demás, y luego recogemos, de acuerdo, con lo que pusimos, el cultivo, se hace, en la vida familiar, entre esposos, novios, con los hijos, en la amistad, en el trabajo, y en todas partes, en las que tengamos una relación, permanente con la gente.
El mandato del Señor, es para amar a todos.
A nosotros, nos resulta fácil, hacerlo con algunas personas, pero, con otras que nos agraviaron, nos surgen, muchas dudas.
Pensamos, que basta con perdonar, pero, cuesta pensar, en que también hay que amar, a los extraños.
Tal vez, sea fácil, experimentar, comprensión, compasión, simpatía y tolerancia, pero, no siempre resulta fácil, amarlos.
El cultivo, del amor, como lo manda el Señor, tiene que ser como el de una madre, que acepta a sus hijos, como son.
De allí, que Jesús, nos invita, a no juzgar, ni condenar, cuando nuestra atención, se fija, en los defectos de los demás, eso es ver la paja en el ojo ajeno, y estamos diciendo: yo estoy en la verdad, y el otro, está en el error.
Siguiendo, con el ejemplo, de una madre, podemos pensar, en el momento, que vemos a un niño, que está intentando caminar, y se cae, allí, no se lo critica, sino que se lo ayuda, y de la misma manera, cuando vemos equivocarse a la gente, que nos rodea, no tenemos que condenar, sino, ayudarla a levantarse.
Dándonos cuenta, de que las faltas, que muchas veces nos dañan, son propias de quienes, no han logrado la madurez, y necesitan ser ayudados.
Ese es el cultivo, del amor, al que estamos llamados, que es un don.
Tenemos que pedir ayuda, todos los días, en la oración perseverante, para cumplir bien en la misión, que recibimos, de seguir a Jesús, en medio, de las realidades temporales, Él nos pide, que volvamos a empezar, cada día, y amemos, con Su medida infinita, sin límites, hasta dar la vida…

4ta. Presentación:

BUCÉFALO:

Muchas veces, puede pasarnos, que, nos asustemos de las sombras, como cuentan de Alejandro Magno, el mejor retrato de este personaje, nos lo proporciona Plutarco, con la anécdota del indómito, caballo, Bucéfalo, que significa, cabeza de buey.
Le piden a Filipo de Macedonia, padre de Alejandro, el dueño del caballo, comprárselo, pero, el caballo, no permite, que se le acerque, jinete alguno, es tan rebelde, que Filipo está a punto, de renunciar definitivamente a su compra.
Entonces, Alejandro, dice, qué caballo tan hermoso, se pierde, por falta de valor y fuerza.
Filipo acepta el reto, y le promete, Bucéfalo a su hijo, si logra dominarlo, Alejandro, corre hacia el caballo, y tomándolo de las riendas, lo gira hacia el sol, acaso porque se da cuenta, de que lo asustaba, la oscilante sombra, que caía sobre él.
Corre un poco, junto al animal, y lo acaricia, mientras lo ve resoplar de calor, y de furia, después, deja caer, sigilosamente, su capa, y lo monta, en un ágil, salto.
Al principio, toma las riendas con firmeza, y sin golpearlo, ni espolearlo, lo refrena, pero en cuanto nota, que pierde, su carácter, amenazador, y que está ansioso, por galopar, le da rienda suelta, y lo espolea, a gritos y con los pies.
Al ver esto, su padre, con los ojos llenos de lágrimas, por la emoción, besa a Alejandro, y al desmontar, le dice: Búscate un reino, hijo mío, que sea digno de ti, Macedonia, te ha quedado pequeña.
Pensemos, en esto, dentro de cada uno de nosotros, hay luces y sombras, luz, porque somos imagen y semejanza de Dios, y sombras, porque todos somos pecadores.
La sombra, es esa parte interna, que nos tiene, sometidos a una realidad, que no queremos, nos conduce a cosas, que no son buenas, como si fuera una fuerza, que no se puede controlar.
Se encuentra en todo hombre, desde, Adán y Eva, que cometieron el pecado original, y desde allí, el pecado, es una parte de la esencia humana, es una sombra, que conduce, a oscurecer, todo, decía San Pablo, no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco.
Es una contradicción, que se encuentra en el interior, de todo ser humano, excepto, en María, La Inmaculada.
La sombra, que nos asusta, como al caballo de Alejandro, desaparece, con la luz de la gracia.
El primer paso, es reconocer, que las sombras existen, dentro de nosotros, como fuerzas, que nos frenan, para hacer el bien.
Porque, no se le puede vencer a un enemigo, al que no se le da el crédito de su existencia.
El segundo paso, es declararle la guerra, y la guerra, se gana, lidiando, las batallas diarias.
En este combate interior, se trata de abrir, las puertas de par en par a Cristo, y dejarlo que nos llene de luz.
Después, tendremos, que poner los medios, para no quedarnos desanimados, por las veces, que nos dejamos llevar, por el mal, pedir perdón, confesarnos, y volver a empezar, con entusiasmo.
Así, de esa manera, nos ponemos como Bucéfalo, mirando al sol, que es Dios.
Cristo, dijo: Soy la Luz del mundo, y el que lo sigue, no anda en tinieblas, unidos a Él, vitalmente, podemos caminar, como hijos de la luz, y luchar, constantemente, contra nuestras propias sombras.

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