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sábado, 1 de noviembre de 2014

UN ORFEBRE ARGENTINO.

Un orfebre argentino y su trabajo en el mundo:

La historia de la orfebrería es sobre la evolución de este tipo de labor humana a través del paso del tiempo.
En la prehistoria, a finales del período neolítico, se encontraron piezas de cobre, sencillas, seguidas con el poco paso del tiempo, por obras ya en oro, plata y bronce.
Eran diademas lisas, brazaletes, o collares, sin faltar, por ejemplo, los anillos y aún pendientes.
Generalmente con ornamentaciones del tipo geométrico, dientes, circulillos, puntos hechos con martillo, y así.
También comenzó, la orfebrería, en armas, tales como flechas, espadas, y hachas.
Ya en las antiguas ciudades, se comenzaron a ver obras, más representativas, por ejemplo, de:
a)      Imperio caldeo, toscas estatuillas de cobre, actual colección Sarzec, del Museo del Louvre.
b)      Imperio asirio, escenas marciales, y victorias del emperador, en placas, ornaban puertas de jerarquía militar, en la antiquísima Imgur-Bel, que se coleccionan hoy, en el Museo Británico, y se denominan las Puertas de Balawat.
c)       Imperio persa: anillos, aritos, y dijes de bronce, con incrustaciones áureas, revelados en Susa.
d)      En Egipto, desde su época predinástica, se basó, con demasía, en el oro, para sus valiosos utensilios.
e)      Fenicios: Usaron metales nobles, junto a piedras preciosas, y semipreciosas, y también esmaltes. Muchas obras en joyería, que fue imitada, y tuvo piezas maestras, también.
f)         En lo llamado, prehelénico, se encontraron copas de oro y plata, con muchas labores repujadas, y joyas, en Troya, y en Micenas.
g)      Período clásico, con Grecia: Alcanzó nivel de Bellas Artes, con repujado, cincelado, y aún filigranado, pero los griegos le añadieron, el granulado, con perlitas de oro.
En la colección que Charles de Luynes, legó a la Biblioteca Nacional de París, está la Pátera de Rennes, hallada en la población de ese nombre, un plato de oro macizo, de 25  centímetros de diámetro, con figuras cinceladas, y en su fondo, el triunfo de Baco sobre Hércules.
Así siguió la historia, con fuertes raíces en el arte de este tipo de actividad humana, y en nuestro país, Argentina, se destacan varios orfebres, extremadamente virtuosos, pero hoy me voy a referir a Juan Carlos Pallarols…
Juan Carlos, nació en Banfield, provincia de Buenos Aires, un 2 de noviembre de 1942, es un platero argentino, de renombre mundial.
El Consejo Deliberante de la ciudad de Buenos Aires, lo designó Ciudadano Ilustre, en el año 1996.
Su abuelo fue José Pallarols, y su padre, Carlos Pallarols Cuni, reconocido platero catalán, siendo que el Taller Pallarols, existió, desde el año, 1750.
Cuando el ahora Santo, Juan Pablo II, vino a la Argentina, en 1982, y realizó su recordada Misa por la Paz, Juan Carlos, le realizó un especial cáliz.
Participó en exposiciones tanto nacionales, como internacionales, destacándose, París en 1984, Sevilla en el año 1992, París, nuevamente, en 1997, New York, 1988, y Tokio, en el 1998, también.
En el History Channel, presentó una serie de especiales televisivos, sobre los cambios que produjo el oro en el hombre.
Juan Carlos, ideó y trabajó, el bastón del Presidente Argentino, que trajo a nuestras tierras, el regreso de la democracia: Raúl Alfonsín, a pesar del descontento de la Casa Militar, que era donde se trataban, antes, todos los asuntos de protocolo y ceremonial.
Juan Carlos había antes, elaborado uno para Arturo Illía, pero éste no lo recibió, pues con anterioridad, siempre los realizaba Luis Ricciardi.
A partir de aquí, los bastones presidenciales, fueron repitiéndose, en la criolla y noble madera de urunday, y como metal, la plata.
El renombre de Juan Carlos fue tal, que el Vaticano, le encargó el cáliz papal, para Benedicto XVI, y otro para el actual Papa Argentino, Francisco, de una capacidad de un cuarto de litro, liso en su copa, con “nudo” en su pie, y fiel a que en sus obras contribuyan muchas personas, Juan Carlos, hizo que más de quince millones de personas lo improntaron también, con un ligero martillo de 4  gramos, sobre barniz de lacre…
Toda esta explicación, relatada hasta ahora es de base para explicar, la noticia que pude leer en el diario, del domingo 12  de octubre del año 2014: “Un orfebre argentino pone su sello en cuatro torres de la Sagrada Familia”
Tal vez sea, porque es de ascendencia catalán, o por sus antecedentes, lo cierto que a Pallarols, lo han destinado ser el artífice de varias obras para finalizar este colosal emprendimiento en la capital de Cataluña: Barcelona.
Se cuenta que la gran Iglesia de La Sagrada Familia comenzó a construirse, nada menos que en 1882, y se especula, que recién se va a terminar allá, por el 2026…
Y Pallarols, será el encargado, y con enorme responsabilidad, de representar a las torres de los cuatro Evangelistas, a San Juan, como un águila, a San Marcos, como un león, a San Mateo, el ángel, y a San Lucas, el buey.
Según la religión cristiana, a Juan, se lo representa como un águila, con su mirada dirigida al sol, pues su evangelio se abre a la contemplación del Jesús-Dios.
El Evangelio de Juan fue el último en aparecer, y no lo escribió, el propio Juan, sino, sus discípulos, y siempre destacó: “Jesús conoce muy bien el interior del hombre, no necesitaba que le informasen nada.”
Lucas se simbolizó como buey o toro, porque él inicia, con la visión de Zacarías, en el Templo, donde precisamente se sacrificaban, en ese entonces, bueyes. El evangelio suyo, empieza y termina en el Templo.
Marcos, se simboliza como un león, porque su Evangelio, inicia, con la predicación del Bautista en el desierto, donde había animales salvajes. Este evangelio fue el primero en escribirse, en la década de los años 60  después de Cristo. Era el texto de catequesis para los que se iban a bautizar. La voz del león, simboliza, la voz de los profetas, que denuncian la violación de los planes divinos, la injusticia, y apunta a la novedad que traería Jesús.
Mientras que Mateo, se simbolizó con el ángel, un hombre alado, pues su evangelio inicia con la lista de antepasados de Jesús, el Mesías. Presentando a Jesús como hijo de David, hijo de Abraham, y las mujeres importan mucho en su genealogía, con Tamar, Rajab Betsabé, la mujer de Urías, y MARÍA.
Además de representar a los cuatro Evangelistas en sus respectivas torres, Pallarols, asumió otra responsabilidad: Tiene que hacer las constelaciones, con paneles de tres por ocho metros, que ornarán las torres a unos 90 metros de altura, y relata él mismo: “sí, serán montones de estrellas, que eran las que antiguamente servían para orientarse”, con mucha emoción.
Calcula que su trabajo le demandará al menos tres años.
Y esta propuesta le llegó en un encuentro de arquitectos en la Universidad de Buenos Aires, estando allí, Jordi Fauli, quien  es el actual responsable de dirigir las obras para la culminación de este magnífico monumento del gran Gaudí.
Pallarols aclaró: “Gaudí, dejó todo por escrito, pero a partir de allí, uno puede soñar y dibujar.”
Pero Pallarols no descansa, y explicó también que sueña en colocar un Cristo, a orillas del río Paraná, en Entre Ríos, de 45  metros de alto.
Es maravilloso saber que un argentino es llamado a terminar una de las obras más bellas, realizadas, en nuestra época, que no se caracterizó, por construir Catedrales…
Cuando, personalmente, recorrí hace ya años, la ciudad de Barcelona, paró el micro del tour que nos hacía recorrer Europa, cerca de este colosal edificio.
Me bajé, y contemplarlo, me pareció, que el tiempo se había detenido, solo estaba la piedra y yo, pese a que se veía a las claras, que faltaban detalles, era tan magnífico, que en un aislamiento casi total, y asombro, solamente atiné a recorrerlo en su totalidad, y girar en su derredor.  Cuando volví al punto de inicio, recién volví a darme cuenta de la realidad que me abarcaba.

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