LOS HERMANOS SALOMÓN
LOS
HERMANOS SALOMÓN:
Los dos hermanos Salomón son dos pacientes adultos mayores, del PAMI, y uno de ellos me dijo que me quería contar algo, luego de haber leído alguno de mis escritos previos, vinculado con Mister Ross, y las calles de Rosario…
¿Qué edad tiene usted, José?
82 años.
Mi papá vino en el año 1900, había nacido el 10 de enero de 1889 en España, era Castellano.
Vinieron con mi abuela, que era viuda, ella.
Mi papá era contador y una vez por semana se quedaba en un cuarto, haciendo las cuentas del panadero de enfrente, de la Farmacia El Cóndor y del Transporte Sánchez y Alonso, en la calle Rioja y Paraguay y transportaban a Buenos Aires, al lado de una telefónica, y la Farmacia en la calle Córdoba, donde está el Bowling, ahora.
La Farmacia desapareció, pero el Transporte, no lo sé.
Cuando llegó mi papá aquí, en 1900, él tenía 11 años, y aquí en Rosario ya habían puesto las líneas 9 y 19 que fueron las dos primeras líneas de tranvías de la ciudad. No había ómnibus ni nada, sólo esos dos tranvías.
Iba por Pellegrini, después por Ovidio Lagos, iba alrededor del Cementerio del Salvador, tomaba 27 de Febrero, daba la vuelta por Moreno, uno de los dos tranvías, pero no recuerdo el número. Venía todo por el centro, pasando por la calle Maipú, Santa Fé, creo que era. Yo viajé en él, cómo no, con asientos de madera.
Y en 1903, con 14 años, él quería trabajar, pues habían venido para acá dos hermanas. Y entonces se fue a la empresa de tranvías, y le preguntaron: ¿qué querés, nene? Y él les contestó “quiero trabajar”.
¿Y de qué vas a trabajar? Y no sé, de algo…
Yo necesito trabajar, porque no tengo trabajo.
Bueno, vamos a hablar con Míster Ross, a ver que puede pasar.
Era su secretario, y lo llevó adentro, y dice: Mister Ross, este chico quiere trabajar.
Bueno, algún trabajito le vamos a dar, dice Mister Ross.
Vos vas a hacer un trabajo, vas a sacar la tierra de las vías del tranvía, con un aparatito para limpiarlas, y te vamos a dar 20 centavos por cada línea que hagas. Tenés que recorrer toda la línea completa.
El aparatito se parecía a una cucharita, y la pasaba por dentro, sacando toda la tierra de la vía, y la volcaba al costado. Era plata en aquella época, sí.
Y él quería a veces hacer las dos líneas, pero no lo dejaban, solo una por vez.
Su actividad era simple pero de suma importancia, pues si no descarrilaba el tranvía.
Se llenaba todo de tierra y patinaba.
Trabajó por muchos años, hasta que un hermano se casó muy bien. Y por este hermano mi papá aprendió a ser contador, y mantuvo a su familia. Mi abuela aquí, que era viuda, se volvió a casar, con un tal Reol, y de allí nacieron dos Reoles, y uno falleció asfixiado por el humo, pues tenía una tiendita en la calle Mendoza al 3500, hace ya 50 años, y él solía calentar un ladrillo, para hacer entrar en calor a sus pies, y lo ponía en su cama, pero se quedó dormido, y el calor del ladrillo le comenzó a quemar, primero las sábanas, y luego al colchón, y no pudo despertarse, y murió asfixiado, alrededor de sus 40 años, vendría a ser tío mío. En la esquina había un bar, y él todos los días iba a ese bar y tenía sus amigos y todo, y lo que les llamó la atención que ese día él no había concurrido al bar, cosa muy rara. Entonces los amigos le hablaron al hermano para saber alguna noticia, y como él vivía sólo, algo les, debía pasar. Entonces el hermano fue a su casa, rompió un vidrio y lo descubrió ya muerto.
Mi papá quedaba una vez por semana haciendo esa contabilidad en el comedor, y yo me quedaba a su lado, y hacía los deberes, y allí me explicó: Vos sabes que yo conocí a Mister Ross, y mi hermano Rafael, no lo sabía tampoco, porque mi hermano era de salir más a la calle, y estaba poco con mi padre.
A mi siempre me llamó la atención que una calle de Rosario, tenga el nombre de Mister, pero era la manera en que lo llamaban a él, y fue él precisamente el primero que puso los tranvías en la ciudad de Rosario.
También le quiero aclarar que nosotros los Salomón, somos parientes lejanos, lejanos, de Ovidio Lagos, por mi madrina y mi padrino.
Resulta que se casan con un tal Frugoni. Frugoni tenía un gran almacén al por mayor cerca de donde está Pami ahora, en la cortada, y abastecía a todos los barcos que venían. Estaba cerca del río Paraná.
Él y Pinasco. El verdadero dueño del almacén era su padre, y Frugoni tenía un hijo que se casó con una de las hijas de Ovidio Lagos.
Mi madrina y mi padrino eran nuestros tíos.
El diario La Capital, de Rosario, se fundó en 1850, y es la más antigua de todo el país.
Entonces, después de tres días, recibí al hermano mayor de los Salomón, a Rafael, y me relató lo siguiente: nací el 18 de junio de 1922, y tengo 90 años, y pasando Bulevard Seguí hay una calle que se llama Mister Ross, y fue precisamente él, el que le dio el primer empleo a mi padre, con un pequeño aparatito para sacar la tierra que se juntaba en las vías del tranvía… Los parientes de Ovidio Lagos eran los Frugoni.
El señor Frugoni tenía una casa mayorista por la calle San Lorenzo, y la bajada Sargento Cabral, abastecía a los almacenes, era casa mayorista, y después de unos años, se fundieron, porque no había control de nada, y sus empleados le llevaban cosas por su cuenta, y al final lo fundieron, al dueño.
Él tenía muchos terrenos en La Florida, y fue así que en una época quise comprar un terreno por allí, en La Florida, y cuando les dije que yo tenía un tío que se llamaba Frugoni, no me lo quisieron vender.
Los Frugoni eran dueños de parte importante de La Florida, pero como no pagaban sus impuestos, el gobierno del municipio les quitó esas tierras.
Este bastón que yo tengo aquí, era de don Ovidio Lagos, y Lagos se lo dio a Frugoni padre, al fallecer este, que está en el cementerio El Salvador, con una gran estatua, allí, era una persona muy importante en esa época. El padre se lo dio a Frugoni hijo, y con el correr del tiempo se casó con una hermanastra de mi padre, Reol, entonces desde la familia Frugoni, se lo obsequiaron a mi madre al bastón, y ella casi no lo usó, esta parte de arriba es todo de nácar, y está nuevito todavía, y al fallecer mi madre, el bastón pasó a pertenecerme.
Y hoy soy el portador del bastón de don Ovidio Lagos, mire usted…
Ahora le enseño esta cruz que es de un Papa anterior, el Papa Juan XXIII, el Papa Bueno, y la trajo de Roma la señora de don Natalio Wenstein, ya fallecido, era israelita y fue Vicepresidente del Club Rosario Central, y esta cruz la trajeron de Italia y se la regalaron a mi señora. Es del Vaticano y fue bendecida por Juan XXIII. Aquí atrás dice Made in Italy. Son mis tesoros. Todavía conservo la foto de mi señora que tenía esta cruz.
Ahora le voy a enseñar otra cosa, cuando yo me jubilé, de la Junta Nacional de Granos, entré al principio como mensajero, después pasé a empleado, después secretario administrativo, hice toda una carrera completa, y yo gané este recuerdo, que dice: Quedan muchos años en tu vida, procura disfrutarlos plenamente. Dice descansarás eternamente…
Y esto otro es un Premio a usted por ser conocedor de nuestra música: el tango. Fue obtenido en un Programa de respuestas, tocaban un tango y se trataba de adivinar de qué se trataba. Y fui yo quien ganó, en el año 2005, en enero…
Yo me pasaba las noches enteras en El Cairo, había una orquesta típica, era el bar, muy conocido, Santa Fe y Sarmiento, allí, a la una de la tarde empezaba la orquesta con cuarteto, y terminaba a la una de la madrugada con las cornetas. Yo iba todas las noches y salía con el que fue cantor, Aldo Calderón, que llegó a cantar con Aníbal Troilo, y solíamos cenar todas las noches, allí frente al Ritz, donde estaba el Mercado Central, antes de la Plaza Pinasco y el Centro Bernardino Rivadavia…
En mi barrio todos los vecinos me conocen y me preguntan qué había acá, que había allá, porque son muchos años que vivo por allí, desde el 30, mire usted…Por ejemplo en Avenida Pellegrini y Maipú está la sastrería Calliotti, y yo conocí al viejo Calliotti, al padre, Salvador, y tenía un salón y vendía diarios. Eran diarieros. Y mi padre me mandaba a comprar el diario La Capital, allí, valía 10 centavos, pero si llegaba a las 11, los vendían a 5 centavos, y yo esperaba y me quedaba con los 5 centavos, y me cruzaba enfrente, y estaba allí el gallego Manolo, y me compraba esos 5 centavos en unas tortas negras, que eran espectaculares. Eran grandotas y riquísimas, las de antes eran bárbaras. Por 10 centavos mi papá mandaba a comprar unas jesuitas, muy, pero muy grandes.
Los dos hermanos Salomón son dos pacientes adultos mayores, del PAMI, y uno de ellos me dijo que me quería contar algo, luego de haber leído alguno de mis escritos previos, vinculado con Mister Ross, y las calles de Rosario…
¿Qué edad tiene usted, José?
82 años.
Mi papá vino en el año 1900, había nacido el 10 de enero de 1889 en España, era Castellano.
Vinieron con mi abuela, que era viuda, ella.
Mi papá era contador y una vez por semana se quedaba en un cuarto, haciendo las cuentas del panadero de enfrente, de la Farmacia El Cóndor y del Transporte Sánchez y Alonso, en la calle Rioja y Paraguay y transportaban a Buenos Aires, al lado de una telefónica, y la Farmacia en la calle Córdoba, donde está el Bowling, ahora.
La Farmacia desapareció, pero el Transporte, no lo sé.
Cuando llegó mi papá aquí, en 1900, él tenía 11 años, y aquí en Rosario ya habían puesto las líneas 9 y 19 que fueron las dos primeras líneas de tranvías de la ciudad. No había ómnibus ni nada, sólo esos dos tranvías.
Iba por Pellegrini, después por Ovidio Lagos, iba alrededor del Cementerio del Salvador, tomaba 27 de Febrero, daba la vuelta por Moreno, uno de los dos tranvías, pero no recuerdo el número. Venía todo por el centro, pasando por la calle Maipú, Santa Fé, creo que era. Yo viajé en él, cómo no, con asientos de madera.
Y en 1903, con 14 años, él quería trabajar, pues habían venido para acá dos hermanas. Y entonces se fue a la empresa de tranvías, y le preguntaron: ¿qué querés, nene? Y él les contestó “quiero trabajar”.
¿Y de qué vas a trabajar? Y no sé, de algo…
Yo necesito trabajar, porque no tengo trabajo.
Bueno, vamos a hablar con Míster Ross, a ver que puede pasar.
Era su secretario, y lo llevó adentro, y dice: Mister Ross, este chico quiere trabajar.
Bueno, algún trabajito le vamos a dar, dice Mister Ross.
Vos vas a hacer un trabajo, vas a sacar la tierra de las vías del tranvía, con un aparatito para limpiarlas, y te vamos a dar 20 centavos por cada línea que hagas. Tenés que recorrer toda la línea completa.
El aparatito se parecía a una cucharita, y la pasaba por dentro, sacando toda la tierra de la vía, y la volcaba al costado. Era plata en aquella época, sí.
Y él quería a veces hacer las dos líneas, pero no lo dejaban, solo una por vez.
Su actividad era simple pero de suma importancia, pues si no descarrilaba el tranvía.
Se llenaba todo de tierra y patinaba.
Trabajó por muchos años, hasta que un hermano se casó muy bien. Y por este hermano mi papá aprendió a ser contador, y mantuvo a su familia. Mi abuela aquí, que era viuda, se volvió a casar, con un tal Reol, y de allí nacieron dos Reoles, y uno falleció asfixiado por el humo, pues tenía una tiendita en la calle Mendoza al 3500, hace ya 50 años, y él solía calentar un ladrillo, para hacer entrar en calor a sus pies, y lo ponía en su cama, pero se quedó dormido, y el calor del ladrillo le comenzó a quemar, primero las sábanas, y luego al colchón, y no pudo despertarse, y murió asfixiado, alrededor de sus 40 años, vendría a ser tío mío. En la esquina había un bar, y él todos los días iba a ese bar y tenía sus amigos y todo, y lo que les llamó la atención que ese día él no había concurrido al bar, cosa muy rara. Entonces los amigos le hablaron al hermano para saber alguna noticia, y como él vivía sólo, algo les, debía pasar. Entonces el hermano fue a su casa, rompió un vidrio y lo descubrió ya muerto.
Mi papá quedaba una vez por semana haciendo esa contabilidad en el comedor, y yo me quedaba a su lado, y hacía los deberes, y allí me explicó: Vos sabes que yo conocí a Mister Ross, y mi hermano Rafael, no lo sabía tampoco, porque mi hermano era de salir más a la calle, y estaba poco con mi padre.
A mi siempre me llamó la atención que una calle de Rosario, tenga el nombre de Mister, pero era la manera en que lo llamaban a él, y fue él precisamente el primero que puso los tranvías en la ciudad de Rosario.
También le quiero aclarar que nosotros los Salomón, somos parientes lejanos, lejanos, de Ovidio Lagos, por mi madrina y mi padrino.
Resulta que se casan con un tal Frugoni. Frugoni tenía un gran almacén al por mayor cerca de donde está Pami ahora, en la cortada, y abastecía a todos los barcos que venían. Estaba cerca del río Paraná.
Él y Pinasco. El verdadero dueño del almacén era su padre, y Frugoni tenía un hijo que se casó con una de las hijas de Ovidio Lagos.
Mi madrina y mi padrino eran nuestros tíos.
El diario La Capital, de Rosario, se fundó en 1850, y es la más antigua de todo el país.
Entonces, después de tres días, recibí al hermano mayor de los Salomón, a Rafael, y me relató lo siguiente: nací el 18 de junio de 1922, y tengo 90 años, y pasando Bulevard Seguí hay una calle que se llama Mister Ross, y fue precisamente él, el que le dio el primer empleo a mi padre, con un pequeño aparatito para sacar la tierra que se juntaba en las vías del tranvía… Los parientes de Ovidio Lagos eran los Frugoni.
El señor Frugoni tenía una casa mayorista por la calle San Lorenzo, y la bajada Sargento Cabral, abastecía a los almacenes, era casa mayorista, y después de unos años, se fundieron, porque no había control de nada, y sus empleados le llevaban cosas por su cuenta, y al final lo fundieron, al dueño.
Él tenía muchos terrenos en La Florida, y fue así que en una época quise comprar un terreno por allí, en La Florida, y cuando les dije que yo tenía un tío que se llamaba Frugoni, no me lo quisieron vender.
Los Frugoni eran dueños de parte importante de La Florida, pero como no pagaban sus impuestos, el gobierno del municipio les quitó esas tierras.
Este bastón que yo tengo aquí, era de don Ovidio Lagos, y Lagos se lo dio a Frugoni padre, al fallecer este, que está en el cementerio El Salvador, con una gran estatua, allí, era una persona muy importante en esa época. El padre se lo dio a Frugoni hijo, y con el correr del tiempo se casó con una hermanastra de mi padre, Reol, entonces desde la familia Frugoni, se lo obsequiaron a mi madre al bastón, y ella casi no lo usó, esta parte de arriba es todo de nácar, y está nuevito todavía, y al fallecer mi madre, el bastón pasó a pertenecerme.
Y hoy soy el portador del bastón de don Ovidio Lagos, mire usted…
Ahora le enseño esta cruz que es de un Papa anterior, el Papa Juan XXIII, el Papa Bueno, y la trajo de Roma la señora de don Natalio Wenstein, ya fallecido, era israelita y fue Vicepresidente del Club Rosario Central, y esta cruz la trajeron de Italia y se la regalaron a mi señora. Es del Vaticano y fue bendecida por Juan XXIII. Aquí atrás dice Made in Italy. Son mis tesoros. Todavía conservo la foto de mi señora que tenía esta cruz.
Ahora le voy a enseñar otra cosa, cuando yo me jubilé, de la Junta Nacional de Granos, entré al principio como mensajero, después pasé a empleado, después secretario administrativo, hice toda una carrera completa, y yo gané este recuerdo, que dice: Quedan muchos años en tu vida, procura disfrutarlos plenamente. Dice descansarás eternamente…
Y esto otro es un Premio a usted por ser conocedor de nuestra música: el tango. Fue obtenido en un Programa de respuestas, tocaban un tango y se trataba de adivinar de qué se trataba. Y fui yo quien ganó, en el año 2005, en enero…
Yo me pasaba las noches enteras en El Cairo, había una orquesta típica, era el bar, muy conocido, Santa Fe y Sarmiento, allí, a la una de la tarde empezaba la orquesta con cuarteto, y terminaba a la una de la madrugada con las cornetas. Yo iba todas las noches y salía con el que fue cantor, Aldo Calderón, que llegó a cantar con Aníbal Troilo, y solíamos cenar todas las noches, allí frente al Ritz, donde estaba el Mercado Central, antes de la Plaza Pinasco y el Centro Bernardino Rivadavia…
En mi barrio todos los vecinos me conocen y me preguntan qué había acá, que había allá, porque son muchos años que vivo por allí, desde el 30, mire usted…Por ejemplo en Avenida Pellegrini y Maipú está la sastrería Calliotti, y yo conocí al viejo Calliotti, al padre, Salvador, y tenía un salón y vendía diarios. Eran diarieros. Y mi padre me mandaba a comprar el diario La Capital, allí, valía 10 centavos, pero si llegaba a las 11, los vendían a 5 centavos, y yo esperaba y me quedaba con los 5 centavos, y me cruzaba enfrente, y estaba allí el gallego Manolo, y me compraba esos 5 centavos en unas tortas negras, que eran espectaculares. Eran grandotas y riquísimas, las de antes eran bárbaras. Por 10 centavos mi papá mandaba a comprar unas jesuitas, muy, pero muy grandes.
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