FALLAS VALENCIANAS.
FALLAS VALENCIANAS:
Durante varios años, en épocas de vacaciones, íbamos a la ciudad balnearia de Mar del Plata a pasar la temporada estival, cuando mis hijos eran bien pequeños. Aún recuerdo a mi hijo mayor estirando sus bracitos para pedirme que lo levante, upa, como decía él en ese momento, y a mi hija menor, que a poco tiempo de nacida, y con mucho cuidado para protegerla del sol estaba siempre vestida casi completa, con pantalla solar adecuada en su carita, pero que pese a todo siempre adquiría un tono rosado algo notorio. Si bien siempre fue la atracción el mar y la playa, solíamos recorrer caminado sitios de la ciudad con mucho placer, hasta que una tarde encontramos en plena calle un grupo de personas en las que se destacaban las mujeres, con atuendos típicos, todos descendientes o Valencianos de pura cepa que estaban cocinando al aire libre. Posteriormente me enteré que la colonia de Valencianos en nuestro país, Argentina, tiene un grupo importante de integrantes en la localidad de Mar del Plata, y entre el 15 de marzo y el 19 de mayo conmemoran lo que en su sitio de origen, Valencia, las llaman las afamadas Fallas Valencianas, que son un motivo de atracción turística en España. Enseguida, nosotros nos desplazamos al lugar donde se estaban cocinando algo parecido a frituras, pero con un contenido particular, y decidimos probar su sabor. Todos coincidimos después de saborear algo parecido a rosquillas, que eran sencillamente deliciosas. Como será que nos gustó, habrá sido el aroma, el color amarillento dorado, la ciudad con tantas bondades que ofrecía al viajero, o el estado emocional que me encontraba, con dos regalos maravillosos de Dios, a mi lado y una esposa sensacional, será por algo más pero lo cierto que las valencianas sabían cocinar. Varias veces repetimos las visitas a Mar del Plata, con mis hijos en crecimiento, y cada vez que pasábamos por la ciudad, íbamos a la sede de estas Fallas en Mar del Plata, para degustar sabores ansiados. Leyendo también me enteré que hace más de 50 años que se festejan en Mar del Plata. En España las cosas van por otro carril para estas festividades. Si se recorre la ciudad, toda ella se encuentra impregnada de fuerte olor a pólvora, y con múltiples explosiones por doquier, y la gente gozando en forma sana e infantil con los estruendos. FALLA significa en el valenciano “la llama”. Esta palabra está vinculada a la costumbre tradicional de la elaboración y posterior incendio de enormes muñecos, construidos con elementos simples, como cartón, piedra, madera, papel maché y escayola, que integrados en un muñeco logran piezas de hasta 30 metros de altura, y que pensando en el esfuerzo creativo y en la belleza o la situación ridícula lograda, da pena observas su quemazón ulterior, más allá del festejo incluido. Estos muñecos gigantes, son llamados ninots, representan, a veces acontecimientos cercanos tomados con sátira, o en forma insolente, y a veces subidas de tono, burlándose de políticos corruptos de España o aún de personajes famosos. Hay que reconocer en el pueblo valenciano una gran dosis de paciencia en la elaboración de estos ninots, que a veces tarda varios meses durante el año antes que se inicie la plantá, que es como se denomina el inicio de las Fallas. Si bien estos gigantes elaborados no son tan pesados, por los materiales con que se elaboran a veces es necesario contar con ayuda mecánica de grúas para moverlos. En la primera noche de la fiesta, se distribuyen estos gigantes por toda la ciudad, lo que han denominado plantá, y cada mañana temprano los valencianos ejecutan la despertá, haciendo explotar todo tipos de petardos que atruenan en los barrios. Aparentemente las Fallas se crearon en honor a San José, patrono de los carpinteros, y por eso en su día se cierra la celebración con la crema, que es cuando jóvenes se internan en los muñecos y colocan allí los fuegos artificiales más imponentes, la multitud se concentra frente a los muñecos y a las 12 de la noche las luces de la ciudad son apagadas y todo explota en una sinfonía de color y fuego que ilumina el cielo de Valencia. No todo es fuego y destrucción, porque un único cinto es salvado de las llamas ígneas, y lo denominan como ninot indultat, indultado, y se exhibirá en un lugar donde están los favoritos de los años anteriores. Cuenta la tradición que cuando Valencia usaba luces urbanas solo en las noches invernales, las lámparas colgaban de unos maderos llamados parots. Pero cuando los días se hacían más largos estos parots ya no eran útiles y se quemaban uno a uno el día de San Jose. |
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