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viernes, 31 de octubre de 2014



150 AÑOS EN ROSARIO:
Aún resuena en mis oídos el sonido de esas hermosas campanadas, cuando el lunes 2 de Diciembre, del año 2.013, entraron en el Teatro El Círculo, totalmente colmado, las Hijas de María, fuertes aplausos, y tras ellas, levantada por alumnos huertanos, la imagen de la Virgen del Huerto.
También fueron muy sentidas, las palabras de la Madre Superiora, María Delia, quien recordó que la Obra Huertana-Gianelliana, presente fundamentalmente en dos ámbitos primordiales, la salud y la educación, superando fronteras, por amor a Cristo, para servir, en Italia, en España, India, República Democrática del Congo, Estados Unidos, Brasil, Bolivia, Paraguay, Chile, Uruguay y Argentina, con proyectos de evangelización, y promoción humana,
y, después, el agradecimiento que en nombre de la ciudad, bridó la Intendenta municipal, Doctora Mónica Fein, porque, expresó:  -la ciudad se hizo con la caridad, de las distintas instituciones, que las Hermanas llevaron adelante, porque el ejemplo y su compromiso, ha formado a miles y miles de generaciones, que son más solidarios, y que piensan en el otro. Y que escuché recientemente que en un mensaje el Papa Francisco dijo que Rosario, está llamada a formar patriotas, y que lindo eso, participando en la Parroquia, en la Vecinal, en el Club, y esta Comunidad Religiosa ha sido parte de la Historia de Rosario, gracias por lo enseñado, por lo que nos seguirán enseñando, y en nombre de la ciudad venimos simplemente a hacerle un reconocimiento, GRACIAS.
Otro instante hermoso, fue cuando una cantante, acompañado por un piano, con un gran ramo de flores, entonó con maestría el AveMaría, y fue caminando por el escenario, hasta terminar su canto, dejando las flores al lado de la Virgen del Huerto.
Pero ahora quiero transcribir el audio del video que se mostró en el Teatro El Círculo, para recordar la Historia de las Hermanitas que llegaron con una simple valijita hasta ESTAS tierras del sur.
EL FUEGO DE DIOS:
El Fuego que nos une, ¿quién sabe por qué llegaron? Y ¿por qué aquí?
Pero las Hermanas hace 150 años desembarcaron, en nuestra ciudad, con fe inquebrantable y una valija, llena de caridad vigilante, solo traían con ellas, la imagen de la Virgen del Huerto, y el fuego del Señor, vivía en ellas.
La Congregación de las Hijas de María Santísima del Huerto, conocidas también como Gianellinas, nacieron en Chiávari, un pueblito al norte de Italia, en Génova, allá por 1.849, con pocas mujeres, famosas por su caridad, y luego cientos que se extendieron por distintos puntos de Italia, y la Congregación toma su nombre porque allí está el santuario de la Virgen del Huerto.
Desde Europa, hacia América del Sur, vino un grupo de hermanas, siempre atentas a cumplir su misión evangélica, y en 1.852 Rosario recibió el nombramiento de ciudad.
Iban a cumplir el llamado que Dios le había encomendado a San Antonio María Gianelli.
Ciudad incipiente, a orillas de un río, con apenas doscientas casas, una plaza, una ciudad dispersa, de treinta manzanas.
La Argentina era todavía una tierra desgarrada por las diferencias políticas, ruido de lanzas chocando, luchas internas, batallas campales, tierra asolada por los malones, y sin embargo, un lugar bendecido, por la Virgen del Rosario.
Las hermanas llegaron, las estaban esperando, para traer el Fuego de Dios, e iluminar los pasillos del Hospital Provincial de Rosario, con la Sociedad de Beneficiencia, dirigida por las Damas de la Caridad, que ayudaron a crear el Hospital llamado por ese entonces Hospital de Caridad, hoy el Hospital Provincial.
Fue construido, por la caridad pública, y la ayuda de estas mujeres…
Y con ese Fuego de Dios, siguieron sembrando y apareció el Primer Colegio Religioso de Rosario, Nuestra Señora del Huerto, fundado en 1.863.
Y la ciudad crecía, a un ritmo vertiginoso, y comenzaba a consolidarse como el granero del mundo.
Pero su crecimiento, iba acompañado, de las dificultades, propias de su desarrollo, se multiplicaban las actividades y los asentamientos, y también aparecía la pobreza, la marginación y aún epidemias, causando muertes, y daño.
En ese marco, era necesario, la existencia de hospitales, y con instituciones de Rosario.
En 1.869, se colocó la piedra fundamental del Huérfano y Expósitos.
Y se leyó una carta desesperada de una madre que abandonaba a su hijita, y les pedía encarecidamente a las Hermanas que le bautizaran, a su hijita, que nunca más volvería a ver…
En Rosario se crea después el Asilo de ancianos y dementes, con la Sociedad de Beneficencia, con los ancianos abandonados, desamparados, y los insanos mentales, y las Hermanas del Huerto seguían trabajando incansablemente para continuar manteniendo viva esa llama…
Sus rezos y Rosarios, acompañan sus conocimientos…
Auxilio físico, y paz espiritual.
Para las Hermanas, la salud, no se apaga nunca, para entonces Rosario, era una ciudad de 70.000  habitantes, los cuales, más del 40 %, eran jóvenes.
La lepra, la tuberculosis, no discriminan edad, y hacen estragos en los pobladores, y son causa de muerte.
Como respuesta se construye la Casa de Aislamiento, para atención de enfermedades infecto-contagiosas, o denominado después Hospital Dr. Carrasco.
Allí, también estuvieron las Hermanas del Huerto, por su amor a Dios.
Con algún auxilio, la ciudad continúa en su espacio, y con su crecimiento, y se hace necesaria la formación educativa y espiritual. Por eso, y siguiendo los ideales de su fundador, se crea, la nueva misión educativa, el Colegio San Antonio María Gianelli, inaugurado en el año 1.936.
Desde entonces, hasta hoy, la acción de las hermanas, ha continuado, no se ha detenido, y está en cada uno de nosotros…
San Antonio María Gianelli. Un sacerdote humilde que supo leer los signos de su tiempo. Que supo hacer crecer y multiplicar ese Fuego Divino, en miles, y millones.
Rosario, ciudad, que se pensó a sí misma, ayer Pago de los Arroyos, fue bendecida con la llegada de estas hermanas, que hicieron tanto por la urbe y sus habitantes, y que aún hoy, algunas de ellas, ya muy ancianas en su físico, pero ágiles en su mente, con gran lucidez y carácter, siguen rezando incansablemente por la Obra Huertano-Gianellina.
Pese al cansancio, que arrastraba de mi actividad diaria, salí del Teatro, con una sonrisa, dando gracias a la Virgen, mientras las calles de Rosario, estaban mojadas, por una reciente lluvia inesperada…



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