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miércoles, 13 de marzo de 2019

EN TIEMPO DE CUARESMA 2019:

¿POR QUÉ JESÚS ENSEÑÓ EN PARÁBOLAS?
En el día de San Gerónimo, sacerdote, quien se dedicó a traducir, por mandato papal, de San Damaso, la Biblia, que estaba escrita, en arameo y en griego, a un latín accesible, al pueblo, de aquel momento, y por ello el término de Vulgata, de vulgo, pero no en un sentido despreciativo, sino que puede llegar a todos, al pueblo.
La Biblia accesible, a todos los que pudiesen leer la Biblia, en latín.
San Gerónimo, es el Patrono, también de la provincia civil de Santa Fe, en la que estamos.
Y es un día propicio, para analizar por qué Jesús se dirigió a sus fieles, en su tiempo, en parábolas.
Y el Padre Alfredo Sáenz, quien cumple 50 años de sacerdocio, bodas de oro sacerdotales, y en estos tiempos de confusión, e ignorancia religiosa, con la fe, ligada a veces a la superstición, cabe recordar a los maestros, que nos siguen iluminando con la doctrina de Cristo, vivida y transmitida por los Padres de la Iglesia.
Y el presentador expresó:
El deseo del Padre Sáenz, era escribir sobre los Padres de la Iglesia, y como ellos comentaban las parábolas…
Y la obra la realizó, con ocho tomos, y fue clasificando, las parábolas y los Padres de la Iglesia, que las fueron comentaron…
Cuando estuvo el Padre Alfredo en el Seminario de Paraná, como 14 años, allí, y se presentaba algún tema, siempre el Padre Alfredo los remitía a los Padres de la Iglesia, con gran profundidad intelectual.
Un alto nivel de formación, tan necesario e imprescindible para el clero.
Según sea la formación, doctrinal y espiritual, así serán los fieles, también.
El Padre nació en Buenos Aires en 1932, e ingresó a la Compañía de Jesús en 1949, sacerdote, ordenado en el año 1962, fue Licenciado en Filosofía en la Facultad de San Miguel, y doctor en Teología por la Universidad Pontificia de San Anselmo.
Recibió el título Honoris Causa, por la Universidad Católica de La Plata.
Cuenta en su trayectoria intelectual, con 150  trabajos, 70 libros, y más de 500  artículos.
Hubo libros presentados en el museo Castagnino, como "El esplendor de lo sagrado", se le concedió en el 2004, el 2do. Premio Nacional, de Lingüística y Filología, por la Presidencia de la Nación.
Y uno de sus discípulos, y amigo, el Padre Luis, “una característica del trabajo del Padre, es que él permanece siempre en sacerdote, en todo lo que hace, y no solamente cuando está dedicado a la Santa Misa, y la Confesión y Dirección espiritual, también aparece la consagración sacerdotal de su vida, cuando dicta conferencias, escribe libros, y para él esto, es un verdadero apostolado…”
“Él escribe para ayudar a la salvación de las almas, y no para ser reconocido en los ambientes académicos…”
“No, de un intelectual de gabinete, sino un teólogo, comprometido con la realidad, con militancia ininterrumpida, a lo largo de su vida…”
“Siempre buscó respuestas a los grandes problemas de la época, abordó dentro de la Iglesia, la desacralización de la liturgia y la música sagrada, los peligros del modernismo siempre recurrente, y la Teología de la Liberación…”
Estudió al pensador marxista Antonio Gramsci, o cuando se hablaba del finde la historia, con la guerra del golfo, estudió ahora, al intelectual de turno,  Francis Fukuyama, y siempre buscando la orientación cristiana, siendo un faro de luz, hacia los demás…
Muy comprometido con la problemática, y la política de nuestro tiempo.
El Padre, en la época de Alfonsín, iba a escuchar sobre Gramsci, a la Universidad Nacional de Buenos Aires, en las conferencias de muchos marxistas argentinos, para conocer el basamento de sus ideas, directamente, su pensamiento real, sin intermediarios.
Es un verdadero privilegio para la Argentina, haber contado, con el apostolado del Padre Alfredo, quien dará hoy su conferencia, honrados por sabernos amigos y discípulos suyos…
Como dos aportes antes de escuchar al Padre Alfredo, primero Bibiana Luna, inspirada en las obras del Padre Alfredo, relatará sobre el aspecto pedagógico de su obra, y posteriormente, un sacerdote, en base a un libro del Padre Alfredo relatará ¿qué es ser sacerdote en la actualidad?

Es un momento de reflexión sobre la gran obra del Padre, y teniendo la certeza que educar es evangelizar, tocaremos algunos puntos del proyecto pedagógico del Padre Sáenz.
No podemos separar los actos de educar y los de evangelizar, porque el primero, no puede sino desembocar, en un conocimiento profundo, de la Buena Noticia.
Siempre poniendo a Jesús, como centro de todo.
Y evangelizar, teniendo como meta, conocer y amar, en Argentina, y por eso mientras evangelizo, también estoy educando, y esto hay que internalizarlo, siempre.
Se requiere un segundo conocimiento, el conocimiento de la naturaleza, de la naturaleza viva, que nos lleva al conocimiento de la propia naturaleza espiritual, son tres momentos, presentes, que podemos vivenciar, nos llevan finalmente a Dios…
Y en ese camino, van apareciendo la presencia de las Virtudes.
Practicando la Virtud, uno se vuelve virtuoso.
Y tratando de llevar la Virtud a lo cotidiano, y en esta búsqueda de la Sabiduría, con las virtudes que corresponden a la razón, que de, a lo Trascendental.
En este sentido una verdadera educación, debe ponerse en estado de apertura a lo natural, para poder después alcanzar lo Absoluto.
Y así es cuando se puede lograr la realización plena del hombre.
Y como educadores, dos caminos, se nos presentan, a partir de todas nuestras ideas, conformándonos como instructores o instruidos, o por el otro lado, nos abrimos y nos proyectamos, al orden sobrenatural… 
Siempre acentuando, la práctica de las Virtudes.
Y los discípulos, buscando una sabiduría más alta que la ciencia, pero el camino correcto, es uno solo.
Elegirlo, recorrerlo, con la ley moral, con el tiempo, el espacio, y con Dios.
Porque el hombre es un ser social, pero por sobre todo, es un ser redimido por Cristo.
Debemos integrar los saberes, quienes se dedican al arte de enseñar, integración, que distingue prioridades, pero que al mismo tiempo quiebre la unidad, creciendo y siguiendo en esa búsqueda…
Los conocimientos profanos, se deben profundizar con la Fe.
Hay que buscar el dar, los mejores frutos, porque no se debe conformar con el contenido curricular de la materia, exclusivamente, se debe incluir lo sobrenatural.
Se debe intentar impregnar todas las ramas del saber, con el espíritu evangélico.
Porque de lo contrario, estaríamos ante sarmientos, descolgados de la vid.
Urge para la Pedagogía Católica, el papel rector de la Teología.
Primacía de la contemplación, sobre la acción, sabiduría sobre la praxis, es que cada quien sea católico, y que esto se note.
Se nos debe notar que somos cristianos, que somos amados, infinitamente por nuestro Padre, y que estamos llamados a ser la voluntad de Dios, pedirle la gracia de amar, como Cristo nos amó, con su Cruz…
Y aunque no se pueda cambiar la política educativa, no depende de nosotros todos los cambios curriculares, pero si saber dictar adecuadamente la disciplina en la que trabajemos.
La comunicación de la verdad, del bien y la belleza, es conocimiento, por amor y con convicción.
El estudio, es una especie de preparación para la gracia. No se puede dar lo que el docente no tiene.
Con el ejemplo, podemos dar más frutos que con la consecución del mero contenido del programa.
Después de la crianza hogareña, la educación, de un niño, de un joven, debe enseñar a Cristo, en su vida.
En pocas palabras, educar, es formar a Cristo en el alumno.
Hacer de él otro Cristo.
Y la tarea intelectual, debe estar siempre abierta al sentido de la Fe.
Hay que buscar y alcanzar la Sabiduría, y la Armonía.
Salirse de uno mismo, de sí mismo, tomando distancia de nosotros mismos.
Movernos por el amor que nos causa la verdad descubierta.
Tomás sostiene que el éxtasis, es hijo del amor.
Se debe amar a la Verdad.
Se debe tener dos rasgos para ser educador católico, ser persona y conocer su ciencia.
En su persona la Fe y la Vida.
Armonía entre sus gestos y sus palabras.
Con una gran coherencia.
Debe ser abarcador, que no es lo mismo que enciclopedista.
Consejos oportunos, siempre.
El maestro, por excelencia es el que tiene un alma en la que reina el orden, descubierto por él, y hecho suyo hasta identificarlo consigo mismo.
Una sólida unión entre el ser y el deber ser.
Debemos formar para nuestro tiempo, sin significar congraciarse  con él, pero saber que en este tiempo Dios nos plantó, para que cumplamos nosotros.
Ahora que está tanto de moda el acoso, el bullying, por qué no pensar en el otro, como en mi prójimo, pero el educador católico, se encuentra hoy en una encrucijada, tiene que saber actuar, ante el panorama hostil, que se le presenta a diario, hay que saber iluminar y esclarecer, basándose en la luz del Evangelio.
Cristo, Supremo Pedagogo, siempre enseña bien.
Y para finalizar, un concepto del Padre Alfredo: el docente santo.
Que podamos meditar en nuestro contexto, en nuestras tareas, tendiendo a ser santos y fundadores, para lograr llenar nuestras almas.
Todo basado en el Amor a Dios...
Y al prójimo, por amor a Dios...
Si no lo vivenciamos, poco tenemos de educador y de apóstol...

Posteriormente disertó un sacerdote a fin de explicar sus experiencias, en ser sacerdote, en el mundo de hoy:
-Quiero compartir una experiencia personal, y después decir algo acerca del sacerdocio católico.
Había terminado mi secundario, en el Instituto de Educación Técnica San Pablo, en Villa Constitución, y fui invitado a dictar allí, unas horas de formación religiosa, por quien fuera el fundador y primer Rector, del mismo instituto, el Padre Samuel Paurie, y el Padre, me acercó un libro bien pequeño, y todo estaba allí, muy bien condensado, con el título: "Cómo evangelizar desde la cátedra", del aquí presente, Padre Sáenz.
Y después de haberlo leído, me gustó y entusiasmó, me ofrecieron otra obra, en realidad eran tres, también muy breves, pero muy concretas, porque bien alcanzan las palabras escritas, para dejarle al lector, criterios luminosos.
Los títulos, venían uno tras otro, "Inversión de valores", "La Música sagrada" y  "El proceso de desacralización: tres falsos dilemas"
Encontré a un escritor, a quién le acepté sus definiciones como indiscutibles, y pasados unos años, tuve el agrado de verlo y escucharlo, en algunas conferencias, que incluso organizaba el Centro Tomista del Litoral.
Me fascinó su palabra y su figura.
Hasta aquí mis recuerdos.
Nada en comparación con la impronta que usted, querido Padre ha dejado en tantos hombres y mujeres, y tuve el agrado de conocerlo y tratarlo, y asistir a muchas de sus conferencias, y sus obras escritas.
Tengo que dirigirle unas palabras, aunque no lo pueda hacer tan bien, y quiero homenajearlo por sus 50  años de sacerdote de Jesucristo.
Me baso en lectura de sus libros, como uno: "La fisonomía espiritual de un sacerdote de Cristo".
Primero, estimado Padre Alfredo, quiero destacar y agradecerte, tu preocupación, por la formación sólida de seminaristas y sacerdotes, no tiene precio, aquí en la tierra, el tiempo y el trabajo que un sacerdote, dedica a los que van a ser Pastores de Almas.
Un servicio que imita al de Jesucristo, con los apóstoles.
Formar esos hombres que tomarán entre sus manos consagradas, que presentarán el Santísimo Cuerpo y la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo.
Señalar una adecuada doctrina a los hombres, para poner su corazón en el cielo.
Quizás es necesario, y en los tiempos que corren mucho más, que los sacerdotes nos dediquemos a vivir con dignidad el sagrado Misterio que se nos confía.
A los 50 años de su sacerdocio, nos alegramos por su fidelidad, y su capacidad en dar, a todos, el don que Nuestro Señor, le ha participado.
Haciéndolo, un hombre, que obra entre los hombres, y persona para Gloria del Padre y Santificación de los hombres.
Misterio, que ejercido con dignidad, que se hace santo, al santificar, va convirtiendo el espacio y tiempo de los hombres, en espacio y tiempo de Dios.
No debemos callarnos, los que creemos en Dios, porque Dios es lo más real, lo más fuerte y potente que existe.
Y el sacerdote es signo, claro, no ambiguo,  no sutil, sino contundente, no indeciso, sino firme, porque sólo Dios debe ser ensalzado, adorado, servido, y amado por todo el corazón, fuerza y espíritu, por encima de toda criatura que podemos conocer.
El anterior Papa Emérito Benedicto XVI, en el año 2009, advertía acerca del peligro de la secularización, que se levantó, lamentablemente, desde el Concilio Vaticano II.
Y con el Padre Alfredo, hablamos tantas veces del modernismo...
"En los decenios sucesivos del Concilio Vaticano II, algunos han interpretado al mundo, no como un ardor misionero del corazón de Cristo, sino como un vaso de secularización, y más adelante concluía, ...sin darse cuenta,se ha caído en la autosecularización de muchas comunidades eclesiales, éstas esperando a los que no venían, han visto, como se marchaban defraudados y desilusionados, muchos de los que estaban. Nuestros contemporáneos, cuando se encuentran con nosotros, quieren ver lo que no ven, en ninguna otra parte, o sea la alegría y  la esperanza que brota del Señor resucitado..."
Usted, Padre formó a los futuros presbíteros, a lo largo de más de diez años, en el Seminario de Paraná...
Los jóvenes necesitan encontrar verdaderos formadores, que sean hombres de Dios.
Sacerdotes, totalmente dedicados a la formación, que testimonien el don de sí, a la Iglesia.
A través del celibato, y de una vida austera, debe tender siempre al Buen Pastor, al modelo de Cristo.
Sensible al encuentro con el Señor, participando diariamente de la Eucaristía, amando el silencio y la oración, y buscando siempre la gloria de Dios, y la salvación de las almas.
Agradecemos sus incansables esfuerzos para amar a Cristo, que lo esperemos, que vino, y vendrá de nuevo...
De intentar sacarnos de esa ideología, que trata de sacar a Dios, de la ideología del hombre.
Un mundo que se llene de orgullo, gritando que Dios es algo superfluo, y que todo debe ser para el hombre, quien cree haber llegado a la adultez...
Que el hombre acepte, y quiera a Jesucristo, como su Rey, es condición de posibilidad, de la auténtica realización humana y de los pueblos.
No hay verdadera solución, fuera del Evangelio, decía el Santo Papa Juan Pablo II.
Justamente se ataca el sacerdocio, y el celibato, porque son una llamada fuerte, que despierta al hombre, de su absurda emancipación de su Dios y Señor.
San Juan Pablo II, en alocución a sacerdotes, seminaristas y religiosos, pronunció en la Catedral de Palermo en 1982, ...deseo hoy, confirmaros en esa realidad sagrada que constituye el ser del sacerdote, lo mismo que Jesús llamó a la puerta de vuestros corazones, y con toda la fuerza de persuación, que soy capaz, os digo a cada uno, Sacerdote, sé lo que eres, sin restricciones, sin sobre-entendidos, sin compromisos, ante Dios y ante tu conciencia, se de la estatura de tu personalidad, en el modo de pensar y de amar, lo que eres, por vos  en el orden de la gracia. Ten siempre, límpidamente, la valentía de la verdad del sacerdocio, que ninguna sombra oscurezca, la luz que hay en tí, que ninguna desviación te aleje de la estructura de tu sacralidad, que ningún ademán de muerte, detenga la circulación de vida de la que eres depositario.
El sacerdote lleva a lo más alto el ministerio de Jesucristo.
Para algunos la presencia del cura es una protesta, un recuerdo y un remordimiento.
Una protesta, en una sociedad corrompida, porque el cura evita el vicio y los errores, y aún a los más alejados de él, les dice, eso está mal.
Un recuerdo en sus deberes: que se recuerde que hay Dios, que hay credo, que hay mandamientos, que hay una vida, con castigos y premios, prueba de ello, son las discusiones, que solo el paso de un sacerdote, levanta. El cura, aún, sin darse cuenta, es una constante promulgación del catecismo.
Es el evangelio, andando por las calles.
Un remordimiento: Y esto explica el encono y la rabia, que a muchos provoca, que un cura, sea conocido o aún desconocido.
El cura puede llamarse, la conciencia visible, y la rabia que contra él se siente, no es ni más ni menos, la que se siente con el grito amenazador e inoportuno de la conciencia.
Contra el cura se siente un odio, que no se parece a los demás odios, un odio, sin provocación, por parte de la víctima, con un ensañamiento que no se usa con nadie, sin un proceso que lo justifique, y con una insistencia que no se tiene para otras cosas, y caso notable, a medida que el cura va teniendo menos cosas de cura, es menos odiado, mientras menos viste de sacerdote y menos tiene de virtudes y hábitos, menos odiado.
Porque en el cura no se odia al hombre malo, sino al cura, a lo que él representa, y recuerda.
Y por eso a los que se avergüenzan de estar con el sacerdote, y tan ligeramente le juzgáis y condenáis, no será que esa atmósfera contra el sacerdote, que hoy está saturado el mundo, tened cuidado, lo que se pretende, es apartaros a vosotros, a vuestras familias de la atmósfera religiosa, que quieren hacer avergonzar al sacerdote, para hacernos avergonzar mañana, de la comunión y la misa...
Y a los sacerdotes, me atrevo a recordar las palabras de Cristo: Id, he aquí que os envío, como corderos, entre lobos, no temáis, porque Jesucristo ha hecho que los lobos sean vencidos por los corderos...
Querido Padre Alfredo, su labor ha traído consuelo a las almas tristes,
su producción y sus escritos, han elevado, los corazones y las mentes al cielo, sus misas celebradas con piedad, ha producido el fruto, que sólo Dios, conoce, y el perdón administrado en el sacramento de la Confesión, ha santificado a la esposa de Cristo.
Me atrevo a decir que su trabajo intelectual, hecho por amor a Cristo, han engrandecido, y lo seguirán haciendo, a esta querida y lastimada patria argentina.
Y la Virgen, Madre de los sacerdotes, siempre cercana al de su Divino Hijo, esté siempre con usted, gracias...
Y el auditorio, se llenó de aplausos.

Ahora el Padre Sáenz abordará el tema principal:
-Yo pensaba que venía a una conferencia, una más, no a un acto de esta índole, uno puede resultar a veces un poco cansador, pero espero lograr ser útil.
El tema que se me ha pedido es, hablar de las Parábolas de Jesús, y luego quedarme con una de ellas, tema que disfruto, me gusta mucho el tema de las Parábolas, porque la enseñanza de Cristo, se ha desarrollado prácticamente en torno a endireccionado por Cristo.
La parábola cristiana sí, pero parábolas son anteriores a Cristo, en la India, también, pero es fundamentalmente Cristo, quien asume esta manera de expresarse y de llegar a los demás.
¿Qué son las parábolas?
Podríamos decir que son simples comparaciones, relatadas, generalmente, en el tiempo presente, como por ejemplo, las parábolas del grano de mostaza, la semilla que crece espontáneamente, la parábola de la levadura, y este modo de expresarse, responde a una costumbre, que todo el mundo, ve como natural, y es establecer similitudes, para captar una realidad.
Ejemplos, que se presentan a modo de un espejo, para el interlocutor, y se aplica en su conducta moral y religiosa.
Diríamos, por ejemplo, la parábola del buen samaritano, el rico necio y su granero, el publicano, y finalmente la parábola, pero en sentido más estricto, como la de los viñateros homicidas, la cizaña en medio del trigo, el hijo pródigo, y otras. Así podemos ver que hay distintos tipos de parábolas.
Pero lo esencial de la parábola, de toda parábola, es que se trata de una semejanza.
Cristo quiere usar semejanzas, que es lo propio del maestro, en realidad. Como un Maestro, concepto, en el que conviene abundar.
Recordemos del griego, de donde proviene la palabra parábola, significa arrojar una cosa, al lado de otra, la palabra: parabolé.
Dos cosas que se asemejan.
Aún cuando pertenecen a planos distintos.
Especialmente la más baja, que lleva la comparación más alta.
En su forma más simple, la parábola es una similitud, tomada de la naturaleza, o de la vida cotidiana, que impresiona a quien la escuche, y suscita una reflexión.
Esta simple comparación, puede ser enriquecida, con detalles, con imágenes complejas, en un cuento, prodríamos decir en una historia, un verdadero y propio relato...
En uno de sus sermones, el Padre de la Iglesia, san Agustín, y él dice: Cuando se habla en metáfora, no se expresa la propiedad.
No se nos da la verdad, sino una semejanza de la verdad, en las cosas visibles, un camino, es un camino, un pedregal es un pedregal, y un zarzal es un zarzal, son lo que son, porque son nombrados con propiedad, pero en una parábola, una cosa puede designarse, con varios modos, entonces se aplica algo, para relacionarse con otro.
En su notable libro, sobre las Parábolas de Cristo, del Padre Leonardo Castelani, escribe, en los Evangelios se encontró una frase semejante al Reino de los Cielos, y dice, que la realidad virtual, a lo que dichas parábolas se refieren, no es algo que dos cosas estén al mismo nivel, sino más bien análogas, se podría decir, porque una remite a otra, de un plano superior, y se da un ejemplo, que luego sirve para dar el salto de trampolín, a otro plano superior.
Por eso, nos parece acertada, la definición de parábolas, dice Castelani: no son fábulas, no son apólogos comunes, no son leyendas, no son novelas, no son poesía lírica, son más: poesía simbólica.
Me parece muy interesante la definición: poesía simbólica.
Por lo tanto, esto es mejor que decir que son analogías, o semejanzas.
Se podría decir que las parábolas, son al modo de iconos verbales, imágenes, de la Virgen, Cristo, los Santos, una linda fórmula para decir lo que es una palabra: iconos verbales.
Que nos llegan por el oído, estos iconos, porque la Verdad Divina, ha querido llegar a nosotros, y así como en los iconos orientales, advertimos a veces voluntarias distorsiones, deliberadas, por ejemplo al Cristo niño, se lo hace con cabeza adulta, para resaltar, que es el Verbo Encarnado, porque aunque es niño, es el Verbo, y por eso lo encarnan de adulto.
Así también, en las parábolas, hay verosimilitudes, cosas, como exageraciones, y la distorsión de rasgos, que responde a que se debe aludir al misterio, a lo teológico, al infinito, y así, por ejemplo la plástica barroca, hincha los ropajes de los santos, agita las líneas arquitectónicas, haciéndolas danzar a veces, como estatuas de Vernini, etcétera.
Las parábolas pertenecen al género: símbolo.
Son verdaderos símbolos. Símbolos poéticos.
La forma más exquisita del arte, mezclado con una suerte de humorismo, graciosas, son algunas parábolas de Cristo, humorismo teológico, que evocan el caracter religioso de las enseñanzas de Cristo.
Chesterton, señaló, en su libro, La ortodoxia, que la llamativa exageración, que frecuentemente se encuentran en las parábolas, no son otra cosa que humorismo.
Esto es para lo que piensan, que Cristo ignoró la broma, el humor...
Podemos preguntarnos sobre la finalidad de las parábolas.
¿Qué pensaba Cristo, al recurrir a esta formas, y con tanta abundancia, en el lenguaje lógico, simbólico, poético, tejido en exageraciones?
Lo que buscaba, es que sus oyentes, y a través de ellos, todos nosotros, nos iniciácemos en los Misterios, que Él había venido a revelar.
Cada uno, las entendería, de acuerdo a su capacidad, por eso podemos hablar de una verdadera docencia, pero también un verdadero conocimiento superior, inefable, de lo Divino.
Por ejemplo, un Santo Tomás, penetra en la parábola, hasta el fondo, descubriendo sus secretos más íntimos, de Dios, y llega a toda la gente, según su condición.
El cristianismo, si bien es sublime, es capaz de saciar a los espíritus más exquisitos, lejos del esoterismo, reservado a algo de una elit, privilegiada, inalcanzable a la generalidad.
La pedagogía de Cristo, quiso hacerla entender, hasta de los más sencillos.
Enseñar lo desconocido, a través de lo vulgarmente conocido.
No os sorprenda, afirma San Juan Crisóstomo, que hablando el Señor, del Reino de los Cielos, se valga de comparaciones, como el grano de mostaza, y la levadura, pues hablaba con hombres rudos e ignorantes, y que necesitaban de tales cosas para ser instruidos.
Se me ha pedido un ejemplo de Parábola, son riquísimas por cierto, mi primer tomo de parábolas, son las remitidas al amor de Dios, después al amor al prójimo, la tercera a Cristo como Rey, Él como Predicador, etcétera, el cuarto tomo a la Iglesia, y el último a la escatología, el amor de Dios creador, y las parábolas de los últimos tiempos, del Apocalipsis.
De ellas, eligiré una, la del Buen Pastor.
Me parece muy lograda, la de las ovejas perdidas, la tengo en el tercer tomo, y la subtitulé, "La figura señorial de Cristo".
Como Rey, como Pastor, como Profeta, etcétera.
Dice Jesús: Yo soy el Pastor, el Buen Pastor, pone su vida por las ovejas.
Cristo se autotitula como Pastor.
Dando cumplimiento al anuncio de un buen número de Profetas, anteriores, del Antiguo Testamento, que así calificaron al futuro Mesías.
El Ungido de Dios.
La mayor parte de las veces, llamaron al Mesías, Rey, pero muchas denominaciones, son estrechamente cercanas a la de Pastor.
Lo que los antiguos, llamaban, a los Reyes, pastores de pueblo, no solo en las naciones gentiles, como puede verse en Homero, sino también entre los judíos.
Decir Yo soy el Pastor, es como decir Yo soy el Mesías, aquel que  los Profetas preanunciaron.
El Cristo evangélico, atribuye una singular importancia al conocimiento, que el Pastor, tiene de las ovejas, y es el correlativo, al conocimiento, que las ovejas, tienen de Él.
Él dice: oyen la voz del Pastor, y Él llama por su nombre a las ovejas propias.
Las ovejas le siguen, pues conocen su voz, y eso sucede con el pastor intruso, no conocen la voz de los extraños, de manera más expresa, sería, Yo soy el Pastor bueno, y conozco mis ovejas, y ellas me conocen a Mí.
Quiero destacar lo que dicen los Santos Padres, que este verbo, que esta palabra, conocer, que implica no solo el mero conocimiento intelectual, sino un trato íntimo, y la comunicación del pastor, con su grey, hace a un intenso conocimiento mutuo, Yo las conozco, y ellas me conocen...
San Agustín, le confiere al verbo, conocer, un significado, que va mucho más allá, de lo puramente intelectual.
Cuando se dice que el Señor, conoce a los suyos, se quiere indicar, que penetra en lo más profundo de sus entrañas, porque algunas veces, escribe el Santo Doctor, sus ovejas se desconocen a sí mismas, pero el Pastor las conoce, según la presencia divina, con una elección de las ovejas, desde antes de la creación del mundo, porque San Agustín dice, que los ha elegido, de antes la fundación del mundo.
No todo lo que aparentemente está en el rebaño de la Iglesia, son sus rebaños, ni sólo los que se encuentran fuera, están excluidos de sus rebaños, hay hermosas ovejas, que por ahora, están afuera, y lobos que están adentro...
Muchos, hoy, entregados a la lujuria, con el tiempo, se volveran castos, muchos, que no conocen a Cristo, algún día lo alabarán...
Muchos que hoy se embriagan, serán sobrios, dice San Agustín.
San Gregorio Magno, nos introduce en otra pista, al hablar de conocer, del Pastor que conoce.
El sentido de conocer, es más profundo y más poético, nos dice, como cuando leemos en el Génesis, conoció el hombre a Eva, su mujer, la cual concebió su primer hijo.
Aquí conocer, tiene una connotación nupcial, sexual, de ésta índole.
Y en lo dicho por Cristo: Conozco a mis ovejas, resulta equivalente, a Amo a mis ovejas, estoy enamorado de mis ovejas, las amo con amor nupcial, como un esposo, y lo que agrega, mis ovejas me conocen a Mí, significa que lo siguen con solicitud, que lo aman a Él.
El que no ama la verdad, es que no la conoce.
Leemos en el Texto Sagrado, que Él llama por su nombre a las ovejas propias, las conoce por su nombre, la teología del nombre, para los antiguos, el nombre, no era un detalle adventicio, el nombre implicaba una misión, no te llamarás Pedro, sino Piedra, y era muy importante el sentido de misión.
Y San Agustín dice, ¿Quién otro ha de llevar las ovejas a la vida eterna?, y es imperioso que las conozca íntegralmente, aún por su nombre.
Y por eso dijo a sus discípulos: Alegraos, que vuestros nombres, están escritos en el Cielo.
Nominatis, señala el carácter, amoroso y personalizado, del conocimiento del Pastor, de un conocimiento íntegro, y en esto se diferencia del conocimiento del pastor común, que conoce al rebaño en general, pero no a cada oveja en particular.
El Pastor, conoce NOMINATIS, nominalmente, uno por uno, y llamamos por su nombre a aquellos a quienes tenemos especial amistad, pero en la relación de Cristo con los hombres, también, pero en un sentido más profundo. Supone un conocimiento íntimo de cada amado, de lo que el Señor quiere que sea, y que con Su ayuda, pueda llegar a ser.
Dios los hace a los hombres uno a uno, no hay dos iguales, no hay dos hombres iguales, ni en lo físico, ni en lo moral, ni en las circunstancias, estamos solos ante su AMOR sin límites, y también estaremos solos ante su Tribunal.
La frase de Cristo: Conozco a mis ovejas por su nombre, le corresponde la frase que sigue: Y mis ovejas me conocen a MÍ.
Lo conocen, comprendiendo los tesoros, su Divinidad, su Humanidad, tan perfecta, su Sabiduría, su Amor, su Misericordia, su Doctrina.
Es un Pastor, que está siempre presente, en todos los momentos de su vida, lo conocen al oir su voz, lo conocen siempre.
Y otra frase dice: Doy mi vida por mis ovejas. La solicitud del Pastor, alcanza su momento culminante, en la entrega, de su propia vida.
Ofreciendo la mayor prueba de amor, que alguien pueda dar hacia un amigo.
Y legó Su vida, gota a gota, AMANDO hasta el extremo, a la oveja descarriada, a pesar de que ella se volvió contra su benefactor, cuando la hubo encontrado, y estas palabras, evocan la historia de sangre y de muerte, la historia de un Homicidio, su Compasión, lo llevó hacia la Cruz...
Y Cristo, dice, como el Padre, me conoce, así conozco a mis ovejas.
Y así, este  amor del Padre a su Hijo, lo profesa también a sus ovejas.
Y cuando Cristo dice que nos conoce, significa a la vez, que nos ama, su conocimiento es INSEPARABLE de su amor.
Y tiene el CORAJE, de dar su vida por las ovejas, y la expresión total del amor aparece por el conocimiento íntegro entre Él y su Padre.
Yo conozco a mi Padre, y pongo mi vida por las ovejas.
Y la muerte de Cristo no fue por coacción, no fue que lo mataron un día, puso su vida, por...
La muerte de Cristo, fue voluntaria, elegido, buscada, por la salvación de sus ovejas.
Nadie me puede quitar la vida, sino que Yo mismo la pongo...
Y el verbo poner, parece indicar que el Señor entrega su vida por poco tiempo, la pone, hasta el tercer día, en su tumba, en su Gloriosa Resurrección.
Y su muerte y su resurrección, pertenecen a su Pastoreo Sobrenatural.
Se entregó por nuestros pecados, y resucitó para nuestra justificación.
Y nos podemos preguntar cómo hubo a lo largo de los tiempos, tantos pastores, que hablaron en Su nombre, preparando Su camino.
Pero Él es el único Pastor, no hay otros en la tierra.
Todos los apóstoles, escribe San Agustín, fueron realmente pastores, y si solo Uno es el Pastor, los apóstoles también lo fueron si eran mienbros del Pastor, y los sacerdotes también, en cuanto sean miembros del verdadero Pastor, tamnién son a su manera, pastores.
Actúan como la mano de Cristo, vivían al unísono, y pertenecían a un solo Pastor.
Como si hubiese un Pastor, pero muchas manos, se podría decir.
Y por eso en la Iglesia, una unidad teológica, que debe ser comprendida.
Y como afirma San Agustín, hay un solo Pastor, y también un solo rebaño.
Y al decir Jesús Yo soy el Buen Pastor, es como si dijera, todos los miembros buenos, son miembros míos.
Un rebaño único, y Una sóla cabeza.
Regidos por el cayado del Pastor Supremo.
San Agustín, lo llama Pastor de pastores.
Del mismo modo, el cuerpo es uno, aunque tiene muchos miembros, y todos los miembros, que son muchos, no son sino un cuerpo único, así también Cristo, Él sólo es el Pastor, al que se le incorporan todos los pastores buenos.
Cristo le pregunta a Pedro: ¿Me amas?
Y Pedro responde: Te amo.
Y Cristo le pregunta tres veces, lo mismo...
Y así como Pedro lo había negado tres veces, hizo que lo afirmase otrs tres.
Porque el amor, consolida la unidad, basado en el auténtico amor y caridad, cobra sentido, y a Pedro le dice: -Si me amas, apacientes mis ovejas, pues si no lo amara, que no lo apaciente...
El apacentar, depende del amor, es así de simple.
Si no hubiera amor, no puede haber pastoreo...
UNA TRIPLE CONFESIÓN DE AMOR, BORRA LA TRIPLE NEGACIÓN DEL TEMOR.  
Preguntarle a Pedro si lo amaba, era como preguntarle: ¿Qué harás Pedro?
Y ahora, que he resucitado, subiré al Cielo, y estaré sentado a la diestra del Señor, lo que harás por Mí, será apacentar a Mis ovejas.
Es entrar por la puerta, y no saltar por otro lado.
Si me amas, apacentarás...
Es la prueba de tu amor.
No quiso obligar a Pedro, basándose en su Poder Divino, sino que esperó su respuesta. Movido por la ternura, le preguntó al apóstol si lo amaba.
Por eso Pedro necesita el amor, no es un funcionario impuesto.
San Juan Crisóstomo, se refirió a este tema, y dice Cristo: -¿Me amas, más que éstos?
Se tiene que amar más, más alto el sentimiento, y así si, apacienta
mis ovejas.
Podría haber dicho, según Crisóstomo, si me amas, practica el ayuno, observa mis leyes, cuida de los huéfanos y viudas, pero no, sól expresó: -Apacienta mis ovejas.
Y que solamente den un paso adelante, quienes a través del amor, lo sigan...
Aquella su voz, que le salía del fondo de su alma, era el de un enamorado, y la voz de un sacerdote es la voz de un enamorado, la voz de un amante, la condición de ser pastor, es el de ser enamorado.
Al enamorado lo hiciste pastor, relata el santo.
La mies, en verdad es mucha, más los trabajadores, pocos.
Rogad, pues, al Dueño de la mies, que envíe más trabajadores.
Y hay muchos funcionarios en la Iglesia, pero pocos pastores, decía San Gregorio Magno, gran funcionario, y gran Papa.
Y uno se pregunta ¿por qué será?
Él habla en la época del quinto-sexto, y se preguntaba, ¿por qué, habiendo tantos sacerdotes, dice el Señor, que los obreros son pocos?
El mundo está lleno de sacerdotes, pero es difícil hallar a los verdaderos obreros de la mies del Señor...
Y culminó pensando, que recibimos el oficio sacerdotal, pero no cumplimos con el oficio.
Las palabras de San Gregorio Magno, nos introducen en el espinoso tema de la labor pastoral.
Y Cristo dice, el mercenario, cuando viene el lobo, abandona las ovejas y huye...
Porque es mercenario, y no tiene interés en las ovejas.
Y así hace la contrapartida de lo que es el pastor.
Y el Señor habla de lobos, y quienes son estos lobos, podríamos decir, pero hay que remontarse a la época de Jesús, y de los muchos animales salvajes, que recorrían el territorio de Palestina, unos eran los lobos, y todo el mundo los conocía, y en otro sitio, leemos: -Mis ovejas se han dispersado, por falta del pastor, y se han convertido en presas de todas las fieras del campo, mi rebaño anda disperso por todos los montes.
¿Quienes son los lobos a los que alude el Señor?
Dice San Agustín, que los lobos que merodean por los montes, simbolizan la soberbia del mundo, ellos prometen a las ovejas, un buen pasar en la tierra, un buen descanso, les ofrecen los mejores pastos del mundo.
San Juan Crisóstomo, nos ofrece una segunda visión, del simbolismo, de los que acosan al rebaño, las obras de la carne, son conocidas, fornicación, impureza, y el enemigo de las ovejas, sería la carne...
Y el mismo Crisóstomo, propone, un tercer sentido posible: no solo la lucha contra la carne, sino contra las potestades, dominadores, contra los espíritus del mal.
Ypara Crisóstomo, el enemigo, más poderoso, es precisamente el demonio.
Clásicos, del catecismo: mundo, demonio y carne.
Son los enemigos del hombre, los lobos que atacan al rebaño, y a veces el pastor no tiene el coraje para saber defenderlos.
San Agustín, relata que a semejanza de la perdiz, que empolla huevos ajenos, el demonio intenta pastorear ovejas de otro pastor, es diferente a Cristo, que crió lo que engendró.
El demonio, es embaucador, desea el extravío generalizado, y el pastor a veces, no sabe responder.
Tales son los lobos que acechan e intentan devorar ovejas, y el mercenario, se aleja...
También los lobos, pueden simbolizar a los herejes, para constituir un rebaño, al margen del rebaño de Cristo.
El Señor, no le dijo a Pedro:             -Apacienta tus ovejas, sino que le expresó claramente: -Apacienta Mis ovejas.
Y en algunos casos, hasta puede haber, lobos-profetas, que anuncian falsedades que no corresponden a la enseñanza de Cristo.
Esto serían los lobos espirituales.
El mercenario, el que no es el pastor, del que no son propias las ovejas, abandona las ovejas y huye, el lobo las arrebata y las dispersa, pues el mercenario, no tiene AMOR NI INTERÉS en las ovejas...
San Agustín, nos dice, que la figura del mercenario, es la contrapartida del pastor auténtico, como Cristo, quien dio su vida por las ovejas, y el mercenario, apacienta, no por amor, sino POR LAS GANANCIAS TEMPORALES...


      

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