NUEVO 4 DE OCTUBRE… DÍA DE SAN FRANCISCO DE ASÍS.
En homenaje al Santo, relato, unos párrafos del libro: “Florecillas
de San Francisco de Asís”, escrito por el Presbítero José Farulla, impreso en
el año 1965, en la ciudad de Rosario, Argentina….
Capítulo XVII:
De un niño, que se desmayó, viendo que San Francisco,
hablaba con Cristo…
¡Oh selva biehadada!
¡Oh breñas de las sombras más oscuras!
¿Qué aurora, di, es filtrada
por las entretejidas espesuras,
la que al par que te deja iluminada
te viste de no vistas hermosuras?
¡Oh selva de la Umbría!
¡Tierras, qué besar quiero!
¿Quién pusiese en mi tumba negra… y fría,
de esa tierra sagrada donde un día
el Cristo por quien vivo, por quien muero,
allí se aparecía
en dulce compañía
de la que es más hermosa, que el lucero,
la célica María
al “Poverello”, que en amor ardía.
Noche sacra es aquesa
que al ser con las auroras comparada
se viste de belleza,
y es tan sólo hallada
allá en la esfera de eternal morada.
Francisco arde en amores…
no mira que a su lado
un niño revestido de candores
su cordón al del Padre le hubo atado,
queriendo conocer esos rigones,
que usara cuando el mundo se ha entregado
al beso impuro de nefandas flores.
Francisco, que contempla la atadura
de su largo cordón
con el cordón aquel de la criatura,
poniendo su atención,
desata con cordura
lo que casual creyó, esa ligadura
del niño, que durmiera cual lirón.
¿A dónde iban los pies,
mejor diré aquel pecho?
¿Qué santo amado trecho
va salvando Francisco en su avidez?
Camino es del amor,
no mira que los pies les van sangrando:
su pecho, que de amor se va inflamando
no siente ese dolor.
La divina Beldad lo va llamando
del Cristo Redentor,
que una cita en la selva le va dando.
El niño ha despertado…,
vio la cama vacía
del Padre, que con fe y amor quería,
y el cordón desatado.
Francisco sin rumor, con gran cuidado,
el cordón de aquel niño, que dormía
a su cordón ligado
porque él no despertase desunía.
Levántase ligero,
en ansias cabalgando,
abierta halla la puerta y sin portero,
a la selva, entre sombras, va llegando.
¡Oh misterio de amor y de hermosura,
en medio de la selva hay un claror;
el Dueño supremo y su criatura,
éste oyente, el otro locutor,
aqueste siervo, el Otro su Señor,
unidos en un éxtasis de amor.
El niño lo vio todo:
El cielo trasladándose en el lodo.
Él a Ángeles ha visto revolar,
a sus arpas celestes musitar
y de un sublime modo
arde de aquellas selvas el lugar
en luz, que alumbra sin jamás quemar.
El vio los grandes ojos
donde viven amantes los perdones,
que al par que divos curan los antojos
de los humanos locos corazones;
les quitan los abrojos,
que alzaron en el vial de sus pasiones,
Él vio la mano suave, tan llagada
chorrear sangre caliente,
y vio espinada sus agrada frente
y su testa de espinas coronada.
Sus labios, él vio abiertos,
mas eso era hermosura;
el su parlar tan lleno de cordura
iba dando las vidas a los muertos.
El vio sus pies llagados,
que otrora fueran cansos, polvorientos…
de nimbos contornados
teniendo en blancas nubes sus asientos.
Y una puerta de amor,
que es hoguera de luz
mostrábale en su Pecho Aquel Señor,
que a aquel, que bien llegara con su cruz
quitábale el hedor,
que cogiera en la senda del error.
invitando con instancia el buen JESÚS,
al reino de la paz y del honor.
Oyendo como oí
aquel insospechado coloquiar…
oyó a la Hermosa Madre, que es MARÍA,
dulces y tiernas alabanzas
dar.
¿Quién resiste, por Dios, tanta belleza?
¿Quién no sufre desmayo
viendo juntas, a fe, tanta grandeza,
que entre las sombras aclaróle el rayo
de la eterna bondad y de sorpresa?
El niño sorprendido,
quedóse desmayado…,
Francisco fue advertido
y en sus brazos al niño hubo llevado
a la cama de donde hubo venido.
Francisco, al despertar le ha preguntado.
-“¿Has visto la visión?”
El niño preguntado le contesta:
-“Visiones como aquesta
dan muerte al corazón”.
Francisco con cariño
le dice de esta suerte
al sorprendido niño:
“No en mi vida diráslo. Sé tú fuerte;
rétalo, si quieres, te costriño
allá mas luego de llegar mi muerte”.
El niño do brillara la inocencia,
pues era ángel muy puro…
y amaba la obediencia…
contéstale a Francisco: “TE LO JURO”.
Cuando Francisco aquel, ángel del suelo,
su blanco vuelo del amor desata
volando al alto cielo
el niño aquel con ansias lo relata.
ESTA ES UNA OBRA DEL SIGLO XIII, CONCEPTUADA EN VERSO
POR EL PRESBÍTERO JOSÉ FARULLA, quien explicó, en su oportunidad, que, tuvo muy
en cuenta, el precepto de Horacio, “Omne
tulit punctum, qui miscuit utile dulci, lectorem delectando pariterque monendo”,
o traducido: “Se gana toda la palma –en
poesía- quien une lo útil a lo bello; deleitando al lector y al mismo tiempo,
instruyéndole”.
San Francisco de Asís, protégenos…
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