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sábado, 26 de mayo de 2018

UNAS PALABRAS SOBRE LA VEJEZ:

ALGO SOBRE LA VEJEZ:

Estoy cursando actualmente mi senectud, me he jubilado de varios trabajos, y leo en una revista de circulación médica, a la escritora Diana Cohen Agrest, que precisamente discurre sobre este tema: La Vejez…
Comenta el proceso de rumiación, en que a veces se cae, cuando se reiteran las imágenes en nuestro pensamiento sobre nuestro pasado, y qué se hizo, y qué no se hizo, y si la vida hubiese sido distinta, de haber tomado, ésta u otra decisión…
Y la escritora reitera, que estos pensamientos, nos invaden como un hacha a un yunque, y nos indigestan, con los fantasmas de nuestro propio pasado…
Y qué podemos hacer con todo ello, ¿qué podemos hacer con esa experiencia acumulada?, se interroga la escritora…
Explica que el célebre filósofo Spinoza, habla de un camino, para reapropiarnos de nuestras emociones, sacándolas de las representaciones de la imaginación, que nos apresan en nuestro pasado…
Si se piensa, que haciendo esto o aquello, hubiese sido diferente nuestra existencia, se está actuando totalmente a contramano de los hechos, y nos inmoviliza en una melancolía profunda, y un tiempo al que no podemos retornar…
Spinoza, nos enseña, que HAY RECURSOS EXISTENCIALES, CAPACES DE LIBERARNOS DE LO QUE NOS DESASOSIEGA…
Y, según propone la escritora, Diana, ¿qué se debe hacer?
No es sencillo, pero hay que intentar y empezar, alguna vez:
Desvincular las obsesiones, que tenemos, de sus fijaciones obsesivas, y que aparezcan en nosotros nuevas motivaciones, deseos y aún pasiones…
SE DEBEN RESIGNIFICAR LAS EMOCIONES, remata Diana, aludiendo, también a que no es sencillo, pero ES EL CAMINO…
Spinoza explicó: “la esencia del hombre es el deseo”, y el deseo es primariamente el deseo de conservar la vida y de hacer de esa vida, una existencia enriquecida por los encuentros con los otros y con las cosas del mundo, actividades deseantes, que recién cesan con la muerte. EL deseo es al fin de cuentas amar la vida, y no conoce de primaveras ni otoños…
Se ve siempre a la vejez, como un “mal”, que les sobreviene a los otros…, aunque todos deberíamos formar parte de esta minoría, pues la otra alternativa es la muerte…
Cuando se envejece, los sentimientos positivos, perduran y los negativos, se tornan, en general, más efímeros…
Por esto, la gente mayor, regula sus emociones, mejor que los jóvenes…
Si nos aferramos al concepto de “perpetua juventud apócrifa”, solo es ocultar el sol con las manos, tratando de evitar el futuro real…
La gran Marguerite Yourcenar, que escribió Memorias de Adriano, relata: “Nadie es demasiado joven como para no morir mañana, ni demasiado viejo para no vivir un día más.”
Diana Cohen Agrest, expresa su reconocimiento, a la colaboración de la Dra. Fany B. Teitelman, de Jubilados y Pensionados del Arte de Curar Zona Norte…

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