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viernes, 12 de agosto de 2016

ARQUITECTO PREBISCH Y EL OBELISCO:

ARQUITECTO ALBERTO PREBISCH, Y SU OBRA: EL OBELISCO DE BUENOS AIRES.









































Alberto Prebisch era de origen tucumano, nacido el 1ro. de febrero de 1899, y falleció en Buenos Aires, el 13  de octubre de 1970.
Había egresado en 1921, de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Buenos Aires, formándose con el académico francés René Karman.
Devino, Prebisch, en nobel escritor, y era muy polémico, intentando renovar el campo de su disciplina. Era un crítico del arte, y defensor de un arte nuevo, para su época, y sus artículos los publicaba en importantes revistas de ese entonces, como Martín Fierro y Sur.
Hizo obras tales como la Ciudad Azucarera, en proyecto, la casa de la calle Luis María Campos, en 1930, su proyecto sobre un Obelisco para la Capital de Argentina, en 1936, el hermoso cine Gran Rex, en el año 1937, y otros emprendimientos.
También, llegó a tener cargos ejecutivos, tales como Intendente de la Ciudad de Buenos Aires, miembro y Presidente de la Academia Nacional de Bellas Artes, y en dos oportunidades, Decano Interventor de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Buenos Aires, en el marco de la revolución militar, que destituyó al gobierno del primer peronismo.
Se lo considera a Prebisch, en Arquitectura Argentina, como “el principal difusor del ideario del racionalismo europeo”.
Es remarcable tres etapas en la vida de este reconocido arquitecto de Buenos Aires, la primera, caracterizada por su fogosidad y juventud, un momento más bien heroico, combatiendo por lo que él pensaba era la nueva arquitectura. Una segunda etapa, cuando prima su experiencia y es figura reconocida en su patria, por los años treinta. Y la tercera etapa, en la que predomina como constructor y funcionario, de un gobierno militar.
En su obra, y al ser tucumano, donde abunda la caña de azúcar, en su provincia, proyectó lo que denominó La Ciudad Azucarera.
Está su trabajo, hecho mancomunadamente con Vautier, y resultó premiado en el Salón de Bellas Artes, de 1924.
Los autores habían viajado previamente a Europa, y aplicaron ideas a la realidad provincial de Tucumán, inspirados en la llamada Ciudad Industrial, de Tony Garnier, que había diseñado la Ciudad Industrial en la Villa Médici, por el año 1902. La publicación es posterior, y fue corregida para el año 1917.
Se consideraba a la ciudad como factor esencial de desarrollo, y por ende el proyecto de Prebisch y Vautier, que tradujeron la obra de Garnier.
Es una ciudad de carácter productivo, y no administrativo, y se insertan las redes fluviales, carreteras y el tren.
Desde el siglo XIX, su provincia, Tucumán, era eje en la extracción de la caña de azúcar, y origen de poblados que se destinaban a ello.
Pero Garnier, se había nutrido a su vez de los grupos socialistas de Émile Zola, con un nuevo orden social,  y su ciudad en Francia, carecía de instituciones de control, tales como Policía, Tribunales o Iglesias, y era una comunidad organizada en torno al trabajo.
La versión de Prebisch y Vautier, no responde a ello, su proyecto cuenta con una plaza de carácter administrativo, y conjuntamente con la casa del pueblo, el mercado, los comercios, y oficinas, se adosa una plaza religiosa.
Se trataron de integrar todos los engranajes que constituyen el funcionamiento de una ciudad abocada al emprendimiento azucarero, que de más está decirlo, fue traída a la Argentina, y especialmente a Tucumán por un sacerdote Colombres.
Emplazada en terreno plano, con “disposición racional de sus calles”, con nuevos materiales, y nuevas formas constructivas.
Después fue edificando algunos encargos particulares en Tucumán y Buenos Aires, y usó algunos repertorios del neocolonial y el clásico.
El Teatro Provincial de Salta, ex Cine Güemes, y ex Cine Victoria, en la capital salteña, con fuerte impronta colonial, con tres arcos de medio punto, asentados sobre pilares revestidos en piedra, que son los encargados de soportar su fachada, es ejemplo de ello.
Se  relata que la casa para Germán Jaeguer, en Tucumán, fue una de las primeras que ejecutó. 
Entre 1925 y 1927, realizó casas colectivas tales como casas de renta en el barrio de Belgrano de Buenos Aires, para el padre de su colaborador, Vautier.
Entre 1935 y 1941, ejecutó la casa de la calle Luis María Campos, diseñada para Raúl Prebisch, o la Casa Romanelli, en Vicente López, que asombraron a Buenos Aires, ya que eran arquitecturas modernas, para su época, con amplios y alargados ventanales, y columnas de sostén, que en ocasiones permitían liberar la planta baja, y armonizar con los jardines.
Ya para el 1935, 1936, construyó un edificio, en la calle Tucumán 689, por encargo de la célebre Victoria Ocampo, y que se constituyó, en el ejemplo a seguir, por los arquitectos de todo el país, para los edificios de propiedad horizontal.
Pero hubo dos hechos fundamentales en la obra de Prebisch, el más notorio, fue la ejecución del monumento de la ciudad de Buenos Aires: EL OBELISCO.
Actualmente, sería impensada la ciudad capital de Argentina sin este emblema.
Y la otra obra magnífica de Prebisch, fue el cine Gran Rex, en la Avenida Corrientes, a poca distancia del Obelisco.
Ocupémonos de cada una de estas dos hermosas creaciones
 
EL OBELISCO:
Éste, fue una propuesta de Atilio Dell’Oro Maini, quien era Secretario del Intendente Mariano de Vedia y Mitre.
El 4 de febrero de 1936, Prebisch, fue invitado a cambiar ideas, para la posibilidad de “erigir en el centro de la plaza, un obelisco”.
La Plaza de la República, era fundamental para organizar los festejos de los 400  años de la primera fundación de Buenos Aires.
Debía pues, construirse, en tiempo récord.
Tuvo la oposición de Sociedades Sanmartinianas y Belgranianas, que querían construir, allí imágenes de su interés.
Pero el Intendente y el Secretario se jugaron por una propuesta más moderna, acorde con los tiempos.
Hay tres puntos en el proyecto que suscitan controversias: primero, la “forma abstracta”, del monumento, que contraría el simbolismo histórico de este tipo de construcciones, por otra parte la estructura de hormigón, revestida, que se oponía a los otros obeliscos, que eran monolitos, y el tercer punto era: una dimensión que era vista como excesiva.
Hubo varios detractores, ya que para ellos, el obelisco no significaba nada, nada de nada, sin apoyo moral, ni sentido espiritual.
Las voces de Benito Carrasco, ingeniero agrónomo-urbanista, y Julio Rinaldini, crítico de arte, se hacía oír, en su contra.
El Presidente del Concejo Deliberante, Bartolomé Fiorini, alegaba: “Creo, con toda fuerza, que el obelisco afea la ciudad, en razón de su desproporción, que llama a risa. El obelisco, según mi convencimiento, es horrible. Por eso creo, sinceramente que debe ser destruido…”
Y Prebisch respondía: “debo decir que estoy completamente seguro del efecto final de mi obra, y que ella, por sí sola, acabará con todas las objeciones…”
Pero también hubo artistas y escritores que le ponderaron su obra, como Macedonio Fernández, quien fue permanentemente citado por Borges, y Macedonio decía: “un edificio significativo, no expresivo, agradable, no estético, sensorial, no emocional” que necesitaba la ciudad.
Y con Victoria Ocampo aseveró: “le gusta, porque le gusta…”
Durante su construcción, se debió lamentar la muerte de varios operarios, y hubo un desprendimiento de las piedras de su revestimiento, pero pese a todo se inauguró en 1936, en ocasión del Congreso Eucarístico.
Siguieron las polémicas pese a todo, y tres años después un  Consejal, el señor Comolli, propuso una ordenanza para demolerlo, pero afortunadamente no tuvo éxito.
Y así, día tras día, el Obelisco, se hizo tradicional, y un verdadero hito del Buenos Aires moderno, y aún símbolo del Buenos Aires y el tango.
CINE GRAN REX:
Si bien la obra de este cine no se equipara a la del Obelisco, el uso de diferentes modoso estilos arquitectónicos y la manera en que lo construyó, hacen de este Cine, una obra emblemática en la ciudad de Buenos Aires.
Como hacía poco tiempo que se había ensanchado la Avenida Corrientes, en el marco, en esa época, de la modernización de la ciudad porteña capital de Argentina, se decidió levantar el cine Gran Rex.
Francisco Bulrich, uno de los primeros hitoriadores de la arquitectura en nuestro país, decía: "Confieso que la vista del Gran Rex, para estudiarlo, me hizo sentir profundo placer. Es excelente el diseño del gran vestíbulo, de sus espacios, de sus corredores, de sus espléndidas escaleras, con dobles juegos, tan bien pensadas, para vaciar la sala en contados minutos..."
Prebisch afirmaba: "Un cine, es una sala, una pantalla y un hall", y la solución tecnológica, diseñada por el Ingeniero Adolfo Moret, resolvió una estructura, de "tensores forrados en una caja de oro y llenada por cemento", que evitaba problemas a de dilatación térmica.
Lo que llama la atención es el hermoso y gigante ventanal, que permite a las personas que esperan la función, mirar a través de él, y ver lo que pasa en la Avenida Corrientes, como si fuese parte del espectáculo, y a las personas que pasan por fuera del cine, observar, que sucede en su interior.
El proyecto utilizó la experiencia de Prebisch en cines de todo el país, que también elaboró, nuestro arquitecto tucumano, que se ancló en Buenos Aires, obras tales como: el cine Plaza de Tucumán, en 1944, el Victoria de Salta, en 1945, el Gran Rex, de la ciudad de Rosario, cuna de la Bandera, en 1947, y el Atlas de Buenos Aires, en 1966.
En el gran hall, barandas cromadas, superficies claras, con este juego de escaleras de la escuela del funcionalismo alemán, y por dentro se pasa a otro estilo, art decó de Nueva York, y con la mano de Prebisch se logró un hermoso edificio de estilo eclético, con acero y vidrio.
Su colaborador, Moret, fue clave en el uso del hormigón.
Esta comunicación entre el interior y el exterior, Prebisch se basó el Le Corbussier.
En su Gran Rex, se nota la influencia de su viaje a Estados Unidos, más específicamente a Nueva York, con su art decó, sin ornamentos.
Con su sala, el espectáculo, no estaba centrado, solo en la película, con 3500  butacas, el cine deslumbra, igualando la capacidad de nuestro querido Teatro Colón de Buenos Aires.
Aquí desapareció el palco, y para lograr una masificación del público, aparecen las dos bandejas pullman y superpulman.
Fue un hombre polémico, Prebisch, pero que realmente dejó una impronta, en nuestro país.

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