MI PACIENTE ALBERTO:
Alberto Pellegrino y su esposa son adultos-mayores, desde más de 15 años, los atiendo en mi consultorio, como médico de cabecera de Pami, Rosario, y con más de 80 años, me relató, -en ocasión que realicé un Concurso de Poemas en el Colegio Nuestra Señora del Huerto, para esta franja etaria-, que, próximo a celebrar, en esos días, el día de la Madre, pensó en su esposa, madre y abuela, y decidió homenajearla con unos versos, ya que en ese instante llevaban 59 y medio años de casados, y habían logrado formar, una hermosa familia, con un hijo varón, dos nietas, ya casadas, un nieto soltero, y hasta tres bisnietos, un varón de seis años, y dos nenas, de dos años, una, y de tres meses, la más pequeña.
Por ello, Alberto confeccionó este bello poema, a su señora, que paso a contar:
EN EL DÍA DE LA MADRE:
Nuestro amor tuvo un comienzo
Un lejano carnaval
Cuando mi vida marcaste
Con tu precioso mirar
Sentí de pronto que el mundo
Detuvo un tanto su andar
La luz se apagó a mi lado
Y vi tu rostro alumbrar
Radiante como una rosa
Se me grabó tu figura
Una carita de diosa
Y una expresión de ternura
El color de tus ojazos
Celestes, como agua pura
La suavidad de tu paso
La esbeltez de tu blancura
Tus manitas tan pequeñas
Y tu piel, una hermosura
Era un baile, y como es justo
Para tenerte a mi lado
Busqué una excusa, la danza
Y bailamos abrazados
En una charla inocente
Nuestros ojos se miraron
Y sin decirlo, juraron
Un amor eternamente.
Paloma, un valsecito
Ejecutaba la orquesta
Y sin ninguna propuesta
Lo cantastes, suavecito…
Y en un acuerdo pactado
Nos citamos en la Iglesia
También por esa pureza
Fui muy feliz a tu lado
Otras citas, las de piano
Cuando te iba a buscar
Solíamos caminar
Tomaditos de la mano
El máximo de embeleso
Nos dio un día el amor
Cuando con mucho candor
Nos dimos el primer beso
No me olvido que una tarde
La sorpresa nos copó
Y a los dos no sorprendió
La aparición de tu padre
Desde entonces muy puntuales
Formalizamos la cosa
Y prendido cual ventosa
Te besaba en los umbrales
El tiempo pasó y pasó
Y en aquella primavera
Casados y por primera
Salimos solos, los dos
Viajamos con ilusiones
Que se fueron realizando
Nuestra unión se fue afianzando
Juntando los corazones
Armamos nuestro nidito
Con alegría y amor
Nuestro hogar tuvo sabor
A un postre muy exquisito
El amor luego nos dio
El nacimiento de un niño
Le dimos mucho cariño
Y agradecimos a Dios
Por nombre llamamos Dani
A nuestro pequeño Daniel
Y asociado a su querer
Comencé a llamarte Mami
El destino nos brindó
Vaivenes que superamos
Por la unión que comenzamos
Nuestro amor nos respaldó
Vinieron luego los nietos
Con su alegría y encanto
Jamás esperamos tanto
En respuesta a nuestros ruegos
Hoy sos MADRE y es tu día
Junto a las madres del mundo
Recibe un beso profundo
Por ser MADRE, ABUELA, GUÍA.
Este poema, de más está decirlo, obtuvo el primer puesto, de los que se presentaron, y se premió a la participación de los adultos mayores.
Alberto me decía, que este poema tenía validez muy personal, para él y su pareja, pero yo le contesté que no, que tenía una genuina validez general.
Y le destaqué que el amor, tiene representación universal…
Alberto me relató, además que durante su noviazgo, solo salían acompañados por la madre, nunca solos…
Pasó el tiempo, y un buen día, Alberto se me apareció en mi consultorio, con un préstamo algo particular:
Me dio cuatro, de unas revistas, para él muy apreciadas, del año 1989, las Selecciones del Reader’s Digest, y hasta en su membrete, les había escrito su apellido, pues para él eran muy importantes, y me las prestaba, porque sabía que yo escribía para los adultos-mayores, y quiso ser útil, y ayudarme…
Estuve un tiempo leyendo los cuatro libritos, y mi señora preguntaba por qué leía, esos libritos antiguos, pero realmente me deleité con la lectura.
Para concluir este relato, destacaré el tema que me pareció más hermoso:
Se llamó: Ejemplo de los arces, y fue escrito por Edward Ziegler.
Se trata de un sabio escritor, que vivía aislado del mundo, en un rincón de Nueva Inglaterra.
El que cuenta la historia, era una persona, que se encontraba apesadumbrada, había presentado pérdidas financieras, y una enfermedad, que lo amargaban.
El escritor, lo invitó a su granja, en Corinth, Vermont, rodeada por campos nevados.
Era ministro religioso y “médico de almas”, se llamaba Edgar Jackson, y no las había pasado tampoco, muy bien, pues tuvo un ataque que paralizó su medio cuerpo derecho y no pudo hablar.
Después de esfuerzo, y unas semanas, recuperó su habla, y ahora andaba despacio, con ayuda de un bastón, pero con una singular y fuerte mirada.
Cuando se encontraron, dijo:
-Ya veo que está usted desconsolado.
Su visitante, le aclaró, que no había perdido, ningún familiar…
Pero Edgar, le dijo:
-Pero lo que usted experimenta tiene mucho que ver con el desconsuelo. Es muy importante que se duela cabalmente, y encuentre paz, aprendiendo a vivir con su desventura…
-Si no lo hacen así, las personas acaban amargadas y desilusionadas, pues no aciertan a confortar su alma.
-Por eso suele afirmarse que debemos hablar de nuestros sentimientos y expresar nuestras emociones, solo así puede venir el alivio…
Y le pidió permiso, para mostrarle algo…
Salieron de la casa, avanzando con lentitud, en la nieve crujiente, y el visitante observó alambres de púas, tendidos entre los troncos de los alerces.
Edgar, siguió hablando:
-El hombre que plantó estos arces, los aprovechó, hace sesenta años, para cercar el terreno.
Se ahorró el no tener que poner postes.
Los tiernos y jóvenes arces, sufrieron, cuando les clavaron los alambres de púas, en sus cortezas.
Pero algunos los rechazaron, y otro se adaptaron.
Vea como el alambre se incorporó a la vida de este arce, pero no a la de aquél…
¿Por qué se habrá lastimado, luchando contra las púas?, y este otro, ¿por qué no se convirtió también en víctima?
Sin embargo, a ese árbol, que era muy fuerte, las púas lo atravesaban, totalmente, pero el árbol siguió creciendo siempre.
-He pensado mucho, en estos arces, comentó Edgar.
¿Cuáles son las fuerzas interiores que permiten superar una herida?, ¿Cómo puede dejar de ser la pesadumbre, una intrusa destructiva, y convertirse en un estímulo, de desarrollo personal?
-Hay maneras de enfrentarse a la adversidad, y salir avante del período de duelo.
En primer lugar: conservar una actitud juvenil, en segundo: no guardar rencores, y lo que es más importante, ser indulgente con uno mismo.
Esto último, es una simple frase, pero es lo más difícil…
Se debe pasar un tiempo a solas, y poder lograr firmar un tratado de paz, con nosotros mismos, perdonando errores cometidos…
-Es posible superar cualquier congoja, y vivir venturosamente.
-Siempre tratar de aumentar el entusiasmo por la vida, con amistades, experiencias y conocimientos nuevos.
El visitante agradeció, y ya vislumbró una nueva lucecita de esperanza, para enfrentar a sus pesares.
Este relato corto, pero brillante, sirve para entender el manejo, que debemos hacer a nuestras cuitas, y siempre evitar la revancha, el odio, y la auto-culpabilidad.
Ahora yo estoy en deuda con Alberto, porque siempre la lectura abre nuevas visiones, y todo lo novedoso, aún en este caso antiguo, se disfruta y mucho…
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