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domingo, 4 de octubre de 2015

HOY, SE RECUERDA A SAN FRANCISCO DE ASÍS:

HOY ES 4 DE OCTUBRE: SAN FRANCISCO DE ASÍS.
En homenaje al Poberello de Asís, escribo su oración:

Señor,
Haz de mí un instrumento de tu paz;
Que allí donde haya odio, ponga yo amor;
Donde haya ofensa, ponga yo perdón;
Donde haya discordia, ponga yo unión;
Donde haya error, ponga yo verdad;
Donde haya duda, ponga yo fe;
Donde haya desesperación, ponga yo esperanza;
Donde haya tinieblas, ponga yo luz;
Donde haya tristeza, ponga yo alegría.

Señor,
Que yo busque:
Consolar y no ser consolado,
Comprender y no ser comprendido,
Amar y no ser amado.

Porque:
Dando, es como se recibe,
Olvidándose de sí es como uno se encuentra,
Perdonando es como se recibe el perdón,
Y muriendo, es como se resucita a la Vida.

FELICES LOS QUE TRABAJAN POR LA PAZ.

Y a esta oración tan bella y tan difícil de emular, acompañaré con unos versos del libro Florecillas del Presbítero José Farulla: (Obra del siglo XIII)
El capítulo XXV:
COMO SAN FRANCISCO SANÓ MILAGROSAMENTE A UN LEPROSO DE ALMA Y DE CUERPO:
   
Es tan alto ese poder
de mi Divino Señor,
que no alcanzo a comprender
con el mi corto entender.
¿Qué es lo que no haga su amor?

Es la justicia divina
y es divina su paciencia,
aquella con disciplina,
aquesta con la prudencia,
ponen al hombre en pretina.

Muy cerca de aquel lugar,
donde Francisco se estaba,
pobre convento se alzaba,
la gente, que allí moraba
se ejercitaba en orar.

Después de aqueste ejercicio
de bendecir al Señor,
ese mismo casto amor
llevábale al otro oficio
el de aliviar el dolor.

¡Dolor! ¿Quién puede decir
algo de ti sin espanto?
¿Eres ficción, desencanto,
eres gemir, eres llanto,
y la muerte en el vivir?

¿Y qué decir del pecado?
¿Alguien decírmelo acierta?
Él todo lo ha desquiciado
y es quien ha abierto la puerta
por donde la muerte ha entrado.

La muerte viene ¡Señor!
aquesta generalmente
por la senda del dolor.
Hay demencia en el ambiente
y la infamia del traidor.

Muy cerca de aquel lugar
a do Francisco acudía
con frecuencia a meditar,
para el leproso aliviar
un hospital se erigía.

Aquellas carnes heridas,
por el terrible flagelo,
humanamente perdidas,
esperan sólo el consuelo
que se lo alcancen del cielo.

Doble oficio el del dolor:
para mérito alcanzar
al que acudiendo al Señor
lo estima merecedor
de su atrevido pecar.

Y pagar el extravío
de su nefanda conciencia,
cuando quebró la obediencia
con su satánico brío,
cual si fuese un desafío.

Entonces la enfermedad
le hace ver: ¡Cuán poco vale!
al que de quicio se sale,
por lucirse su DEIDAD…,
lo somete a esta humildad.

Si de esta prueba dolido
de su culpa pide olvido
con doliente corazón,
le baja un amplio perdón,
que deja sano al herido.

Para el culpable, el dolor
es pena de su pecado,
para el pecho inmaculado
es nuevo timbre de honor,
que le acerca al Redentor.

Tiene luces y esplendores
de raros, suaves matices,
es igual de las flores,
que son varias en colores,
conforme sean sus raíces.

Las raíces de un rosal
dan a tiempo lindas rosas,
más las raíces del mal
nos brindan rosas monstruosas
de aroma insano… letal.

¿Qué voces tan desiguales
cabalgan sobre los vientos?
¡Qué diversos sentimientos
palpitan en sus lamentos
y todas lloran sus males.

Unas inspiran piedad
porque a Dios piden perdón
y gloria de Cristo son,
son frutos de la humildad,
de un contrito corazón.

Otra rebelde, y arpía
maldice constantemente
al Dios Santo… Omnipotente
y hasta en su misma agonía,
blasfemando desafía.

Acude a aquese dolor
de los frailes el amor
y con su santa paciencia,
quieren curar la dolencia
del dolido pecador.

Limpia su cuerpo llagado
de la cabeza a los pies…,
algún enfermo es cortés
y las gracias le ha brindado,
más otros son al revez.

Este libro se terminó de imprimir el 19 de Marzo de 1965.

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