RICARDO ROJAS Y EURINDIA:
Cuando paseaba por la ciudad de Rosario, caminado, me llamó la atención, desde joven, y poderosamente, un edificio, de la intersección de San Luis y Corrientes, por su arquitectura, muy particular.
El edificio actualmente pertenece a un negocio de ventas de todo tipo de prendas, y tiene muchos carteles que publicitan su razón de ser actual, pero más allá, del uso actual del edificio, se observa algo que se destaca del común de los edificios, en la zona.
Antes de referirme a esta vivienda, en particular, voy a rememorar un poco la vida de nuestro célebre Ricardo Rojas.
Ricardo, nació en San Miguel de Tucumán, el 16 de Septiembre del año 1882, y falleció en Buenos Aires, para el 29 de Junio de 1957.
Fue un excelente periodista y escritor, de nuestro país, Argentina, y él provenía de una conocida e influyente familia de la provincia de Santiago del Estero, lugar, donde su propio padre ostentó el cargo de Gobernador.
Su infancia, la pasó, en un pueblito santiagueño, Antajé, y fue a Buenos Aires para completar sus estudios.
Llegó al cargo de Rector, de la Universidad de Buenos Aires, entre los años 1926, y 1930, años de convulsión en nuestra patria, y él, que militaba en la Unión Cívica Radical, fue desterrado a la isla de Tierra del Fuego, donde tenía que vivir, en una pequeña casa de madera, a 80 metros de la Avenida Maipú, y todos los días debía presentarse a firmar, en la comisaría…
Este período obligado, de destierro en la vida de Ricardo Rojas, por sus fuertes convicciones políticas, no fue totalmente improductivo, ya que Ricardo aprovechó el tiempo útil, y comenzó a investigar la vida de los aborígenes desaparecidos, en este rincón austral de la patria, los yaganes y los onas, sus historias, y las opiniones, que de ellos describiera, el célebre Charles Darwing. Es así como plasmó una de sus mejores obras literarias: ARCHIPIÉLAGO.
Es muy importante destacar, que en vez de deprimirse por su destierro, sublimó, en demasía, y su genio dio con olvidos importantes en nuestro país.
Su obra fue elogiada por autores de nuestro país y aún extranjeros, tales como: Miguel de Unamuno, Leopoldo Lugones, Arturo Jauretche, Manuel Gálvez, y otros.
Como legado, cedió su casa, en Charcas 2837, de la Ciudad de Buenos Aires, al Estado Argentino, luego de su deceso.
Allí, actualmente, funciona el Museo Casa de Ricardo Rojas, y aún hoy, se difunde su pensamiento y obra.
La película El Santo de la Espada, sobre la vida del General don José de San Martín, fue llevada al cine, por Leopoldo Torre Nilsson, en el año 1970, y fue una de sus obras preferidas.
Confeccionó una Historia de la literatura argentina, en ocho volúmenes.
Se dio el lujo de escribir, obras de teatro, basadas en temas incas.
Y el intento de rescatar del olvido colectivo, las raíces indias de América, lo llevó a escribir sobre Eurindia.
En el año 1922, la escribió, una verdadera fusión, entre lo americano, y lo europeo, consideraba a la llamada Eurindia, como una deidad inspiradora de obras artísticas, musa a la que debían inspirarse, para despojarse de la cosas, que no representen el verdadero espíritu americano.
El arte provenía de Europa, pero no despreciaba de las raíces autóctonas, de lo que traían los valles andinos, manifestaciones hispano-incaicas, como la Catedral de Puno, próxima al lago Titicaca, la Iglesia de Yanahuara, en Arequipa, o la Iglesia de San Lorenzo en Potosí, se presentaron como ejemplos de lo que Ricardo Rojas siempre buscó.
Se vinculó con los hermanos Guido, para concretar sus anhelos.
Y así se diseñó, la casa del Doctor Teodoro Fracassi, Médico Psiquiatra, de Rosario, decano de la Facultad de Ciencias Médicas, de la ciudad, realizada en 1925, y la de Ricardo Rojas en 1927.
Estos edificios, fueron los fundantes del estilo NEOCOLONIAL ARGENTINO.
Se dibujó el Templo de Eurindia, para ilustrar el mito, y se pintó un imponente mural de la casa de Teodoro y Sara, en el año 1927.
La diosa mítica Eurindia, es así, honrada en el corazón de la ciudad de Rosario, con una Casa-Templo, centrada en una cosmogonía, con todo tipo de adornos, indigenistas, que simulan también, los vitreaux de las imponentes catedrales, y también está presente el influjo europeo, en mosaicos y en jarrones.
En el comedor, las sirenas, cantan liturgias idas de los Incas.
En 1928, Ángel GUIDO, les obsequió, a los dueños de la casa, dos libros importantes, sobre la temática.
Y, luego de firmarla, Ángel Guido, selló: El templo Euríndico de la ciudad.
Es la edificación, que me sorprendió, en San Luis y Corrientes, que se conoce como Palacio Fracassi.
Realmente, mueve a contemplarla, y sería deseable, que no se desaproveche este momento, para rescatarla del olvido, y no caiga bajo la picota de un progreso malentendido, porque es muy importante rescatar la memoria, y valorar su historia, no tan lejana.
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