El regreso del yaguareté…
En la ciudad de Rosario, en su magnífico centro cultural Roberto Fontanarrosa, en memoria del recordado escritor y dibujante de nuestra querida ciudad, se organiza, desde hace ya varios años, más de 20, un ciclo de Ecología, dirigido por Sergio Rinaldi, con maestría.
En el día 6 de octubre del año 2014, se presentó un video, cuya voz fue la del actor argentino Ricardo Darín, sobre la vida del yaguareté y su futuro, que me pareció muy interesante y que deseo desarrollar.
Yo estuve en los Esteros del Iberá, en la estancia Rincón del Socorro, en Corrientes, de Tompkins, y me habían comentado, hace un par de años, que como habían logrado reintroducir el oso hormiguero, por allí, estaban tratando de reintroducir también, el yaguareté, así que el tema me interesó de sobremanera.
El director Marcelo Viñas, que originó este documental tan esclarecedor, ya tuvo muy buenos antecedentes previos, sobre la fumigación y los agroquímicos, allá por el año 2007, o 2008, en pleno conflicto con el campo, y había que ser valiente para hablar por ese entonces, contra la soja, y los roles se alteraban, y luchó contra la expansión desmedida de la frontera agrícola, cuando se hace impensada e inmanejable.
Y que este sistema sojero, que beneficia al país, económicamente, por un lado, iba a traer múltiples desapariciones de hábitats y ecosistemas, y se pasó en el ciclo “Hambre de soja”, un bellísimo documental, con la dirección de Marcelo Viñas, también, y es hermoso.
Y además fue el autor, ya más cerca en el tiempo, de otro documental, sobre la desaparición, de un ave magnífica de la provincia de Santa Cruz, “El ocaso del macá tobiano”, que es una especie de zambullidor que habita en las lagunas de las mesetas patagónicas.
Y Sergio Rinaldi agradeció, públicamente a Marcelo Viñas y a su productor señor Ragio, que se pudiera proyectar este video sobre la vida del yaguareté en una sala pública de la ciudad de Rosario, a pocos días de su inauguración en sala de Capital Federal.
También es de conocer, que este documental, está en internet, disponible.
Y presentó a Sebastián Costa, que aparece en el documental, y trabaja en este tema, quien llegó a Rosario, para compartir el estreno de este documental.
Sebastián Costa es veterinario, y miembro del proyecto “Yaguareté”, que lo inició el Centro de Investigaciones del bosque atlántico, que fue la ONG, donde nació, este proyecto, sobre el yaguareté, y también está cerca de la gente del Instituto de Medicina Tropical.
Y Sergio Rinaldi, agradeció que Sebastián haya venido desde Iguazú a Rosario, para este video.
Sebastián explicó que este video, es del grupo de investigación, que actualmente está en Misiones, en Puerto Iguazú, y Verónica Quiroga, que estudia la parte del Chaco y Santiago del Estero, y algo de Formosa, y otra investigación en la provincia de Salta.
Primero se hace un muestreo con cámaras trampa, colocando cámaras en los caminos, porque el yaguareté y otras especies, suelen usar los caminos, para su desplazamiento, y se descubrió por donde andaban los animales, y el yaguareté tiene la particularidad de tener manchas, que son únicas, desde su nacimiento, hasta que muere, son las mismas manchas, como una huella digital, y se colocan cámaras de los dos lados del camino, y cada vez que pasa algo que se mueve, o aún que irradia calor, se sacan fotos, obteniendo registros, de los animales, en ese sitio.
En unos tres kilómetros, se colocaron las cámaras, que es una relativa buena distancia, y se ve por donde se mueven cada uno de los animales, y el hábitat que ocupan, con el puma, y otras especies.
Hay una investigadora, que busca los pelos en las deposiciones de los animales, con determinadas características, para identificar las especies que consume.
Y por este pelo, se identifican las presas buscadas por el yaguareté.
En conjunto con investigadores, del lado brasilero, se hizo quizás, el muestreo más grande de Sudamérica, con sectores fronterizos, divididos por el río Iguazú, de un lado el Parque Argentino, y del otro lado el Parque Brasilero, con un muestreo sincrónico, y como se sospechaba que había animales, que cruzaban de un lado al otro, y esta buena noticia se confirmó con este muestreo.
Como que el río, Iguazú, no es barrera para algunos yaguaretés, y no había datos previos a este relevamiento, de ello.
Y van a ir viendo en el documental, que hay una buena cantidad de yaguaretés niños, pese a que la caza indiscriminada, ha disminuido, notoriamente su población.
Pero la gente ha tomado conciencia, en el lugar, de la necesidad de su protección, cuando están quedando pocos individuos, pero con la reproducción, hay algunas noticias algo alentadoras.
La población más grande, de yaguaretés, está en Salta, donde también se hacen los muestreos.
El 9 de octubre del 2014, sería el aniversario del Parque Nacional del Iguazú, y se proyectará en la ocasión, este video.
Y en este ciclo de Ecología, fue la segunda plaza argentina en estrenarlo, antes de que se proyecte en Misiones, así que doblemente agradecidos, expresó Sergio Rinaldi.
E, invitándonos a viajar a Misiones, se comenzó a proyectar el documental.
Los ecosistemas, sufren la desaparición de muchas especies, y uno de los grupos más afectados, es el de los depredadores, y en Sudamérica, los yaguaretés, perdieron gran parte de su territorio, y comenzaron a desparecer.
Los científicos estiman que en Argentina, quedan menos de 200 ejemplares silvestres, y a pesar de ser un animal poderoso, todo indica que se encuentra al borde de la extinción.
En los últimos diez años, se está trabajando para conocerlo y conservarlo, mientras el yaguareté en el norte argentino, libra una feroz lucha, descarnada…
Se conocen con detalles, las extinciones, de muchas especies, en el mundo, todo, pero la historia de los jaguares en Argentina es casi ignorada, y de hecho hay muchas personas que no saben que la especie está en nuestro país.
Naturalistas y viajeros del siglo XIX, hasta nuestra época, está documentada la presencia del yaguareté en la Argentina, en el Tigre en Buenos Aires, y por ejemplo en la provincia de San Luis, donde no lo imaginamos, y hay muchas localidades, que llevan su nombre, y esta especie está mezclada con el mapa argentino, pero fue empujada hacia el olvido, y muchos argentinos, no saben que en su provincia existió el yaguareté…
Y no sólo desapareció, sino que hasta fue olvidado, desapareciendo de la memoria, del imaginario, con la destrucción más despiadada, que se puede imaginar: el olvido.
Hacia el año 1900, se distribuían desde el sur de los Estados Unidos de América, hasta el río Colorado. Pero en apenas cien años, su área de distribución se redujo a menos de la mitad.
En la Argentina, sobreviven, solo tres pequeñas poblaciones, una en Misiones, una en la región chaqueña, y la última en las yungas del Noroeste.
Una de las últimas poblaciones, habita la selva paranaense, de la provincia argentina de Misiones, con un ecosistema de la mayor biodiversidad de nuestro país.
Pero alrededor del siglo XX, la selva se redujo en un 70 %, y frente a este franco retroceso, fue difícil establecer cuántos yaguaretés quedaban, y usando un sistema de radio-telemetría, un brasileño estimó que en la década de 1980, en Misiones, había entre 300 y 500 jaguares.
Pero veinte años más tarde, la situación de la selva misionera, cambió radicalmente, y hacia el 2002, se trabajó para responder a dos preguntas: ¿cuántos animales quedaban? Y ¿dónde vivían?
Y apareció ahora, la tecnología de las cámaras trampa, que detectan la presencia de los animales, y obtienen fotografías, y su uso logró cambiar la forma de estudio de las poblaciones de mamíferos.
Se logró los primeros muestreos con estos dispositivos en Sudamérica.
Se comenzó a mostrar al tigre misionero, y comparando el patrón de sus manchas, se evidenciaron, unos 14 individuos, recluidos en las regiones donde quedó selva.
Y se evidenció una disminución drástica de la población, lo que creó preocupación.
Y se demostró que la población, no superaba ahora los 50 individuos.
Fue, aparentemente, una luz roja de alerta, causó honda preocupación al ver esta población, tan pequeña, con poca viabilidad a largo plazo.
La endogamia de los animales, porque se cruzan entre pocos, y esto debilita el conjunto.
Y las áreas selváticas van quedando cada vez más aisladas, lo que dificulta el encuentro entre los individuos.
Con un grave problema para su conservación.
El riesgo de extinción de la especie, en Misiones, es muy alto.
Con pocos animales, y una selva fragmentada, los científicos investigaron, ¿cómo usan su hábitat los yaguaretés?
Y para ello necesitaban encontrar un jaguar y colocarle un collar, que permitiera seguirlo.
Se instalaron varias trampas en el Parque Nacional Iguazú, y cuando el animal pisa en el lugar indicado, se cierra sobre sus extremidades, y su funcionamiento exige un armado cuidadoso.
Cuando la trampa se dispara, se envía automáticamente un mensaje telefónico, por celular, para poder llegar rápidamente al lugar.
Varios días, un macho, cayó en la trampa, y se lo conocía por fotos desde hacía ya tres años.
El equipo le colocó un collar con GPS, para conocer su ubicación, con exactitud.
Podría ser localizado por radio.
Y enseguida el felino, comenzó a brindar datos sobre su movimiento.
Más adelante se convertiría en el emblema de los tigres misioneros.
Los yaguaretés de Misiones son pocos, pero su situación es conocida.
Para averiguar qué ocurre con los yaguaretés en la región chaqueña, hay que remar por 120 kilómetros.
Dos investigadores cruzan por el Impenetrable, bajando por el río Bermejo, tienen el privilegio de estar en uno de los últimos santuarios del bosque chaqueño.
Durante mucho tiempo se creyó que los yaguaretés chaqueños, eran numerosos, la falta de datos, alimentaba esa creencia.
A principios de la década del 2000, y en esa época todavía era común encontrar huellas de tigre, todavía la gente contaba de estos animales, y la presencia de la especie.
Unos años más tarde la investigadora Verónica Quiroga, cubrió gran parte del área chaqueña, ampliando su estudio, instalando decenas de cámaras trampa, y meses recorrió el campo, buscando jaguares.
Pero no obtuvo los resultados que esperaba. No tuvimos ninguna foto de yaguareté, en nada menos que en cinco años, sin una foto del animal.
Hay algunas huellas, muy pocas, y en el Parque Nacional Cobos, no las vimos ni a las huellas, a pesar de ser el sitio más investigado.
Verónica Quiroga, analizó decenas de miles de fotografías, y ninguna indicó su presencia.
Y cuando entrás a dimensionar lo que significa que en todas esas fotos no esté, te preocupás mucho.
Las razones por lo que desaparecieron los jaguares chaqueños, son despiadadas, a décadas de persecución, se sumaron los desmontes agrícolas, de los últimos quince años, y en la actualidad quedan muy pocos animales, con hábitat, cada vez más escaso y fragmentado.
La historia de otras regiones de la Argentina se repite, en el Impenetrable...
Hay áreas cuidadas por guardabosques, que están muy desconectadas entre sí, desconectadas con otras áreas, y eso hace más vulnerable a la especie.
La falta de yaguaretés, además de indicar, su posible extinción, es un problema para la conservación de todo el ecosistema.
Cuando desparece un gran predador, suele aumentar el número de algunos herbívoros, que termian afectando negativamente a otras especies.
Un predador como el yaguareté es necesario, para mantener el funcionamiento del ecosistema.
Lo que no está ocurriendo en el Chaco argentino.
Verónica estimó que en la región chaqueña, quedan menos de 20 tigres.
Sin embargo tiene grandes esperanzas, en la cría.
El río Bermejo, cruza una enorme estancia, llamada La Fidelidad, 250.000 hectáreas, de bosque bien conservado, y es uno de los mejores lugares, de toda la región.
Ella y su equipo instalaron cámaras para fotografiar a yaguaretés.
Verónica cree, que si quedan tigres en el Impenetrable, tienen que estar aquí.
Y en los próximos tres días, sabrán si tuvieron éxito.
Desde se estudio, el artista plástico Aldo Chiappe, está a punto de iniciar un viaje sin retorno, hacia el yaguareté. (inicia su dibujo en el video)
Las primeras líneas, ya lo definen.
El trabajo de Aldo es titánico, y cada obra que incia es una verdadera batalla, que debe librar, con los colores.
En manos de Aldo, un simple lápiz, se convierte en un instrumento poderoso, al servicio de la belleza.
El trazo es apenas una táctica, lo que presagia su destino, la hembra se va dejando ver, mientras las crías, son apenas bocetos, que prefiguran una hermosa perspectiva.
Las manchas van escapando, dando forma al felino.
Pero mientras estos animales cobran vida, los yaguaretés de la Argentina parecen condenados a desaparecer...
Sería un error creer, que el yaguareté, se extingue por una sola causa, normalmente una especie desaparece, más en los tiempos que corren, como si fuera una partida de ajedrez.
Donde una amenaza, hace jaque, y otra amenaza vuelve a jaquear, y suman, y así se va cerrando el juego hacia un jaque mate...
Esto es lo que ha pasado con el yaguareté ante la colonización de sus territorios, lugares que le pertenecían, el hombre los fue colonizando. Y fue modificando su ambiente, mientras lo fue poblando.
Se crearon conflictos entre el hombre y el ganado. Y al haber menos ambiente el yaguareté predó el ganado doméstico, forzadamente.
Y el hombre no deja que el yaguareté actúe así, sobre su ganado.
Y entonces, lo caza, lo trampea, lo persigue, y las distintas amenazas, terminan con su extinción.
La llanura y la expansión de la frontera agrícola, crearon los conflictos con el ganado domésticvo, y la caza furtiva, fueron factores determinantes en la desaparición de los grandes felinos.
La caza del yaguareté está prohibida, desde hace unos años, pero esta actividad ilegal, continua siendo frecuente.
La organización Red Yaguareté, investiga hechos de caza furtiva, y su tarea permitió detectar, decenas de cueros ilegales, y se logró en muchos casos, información precisa.
En otros casos, son los criadores ganaderos, los que persiguen al tigre, en un intento para proteger a su ganado.
Y esto nos lleva a la población de yaguaretés, más enigmática de la Argentina.
Las yungas son selvas de montaña, que se extienden desde Bolivia hacia el sur.
La geografía quebrada y poco accesible, logra la mayor concentración de tigres de toda la Argentina.
Y esto representa un problema para los pobladores.
En una localidad, con el mismo nombre que el Parque Nacional, sus habitantes desarrollan una agricultura de subsistencia, con métodos tradicionales.
En esta economía frágil, no hay lugar para el despilfarro.
Aquí, cada grano, cuenta.
Las familias, también tienen algunos vacunos, y este ganado, pasa mucho tiempo en la selva, y allí comienzan los conflictos.
Si los yaguaretés cazan profusamente, pueden perder todo su capital, en sólo una temporada.
Un poblador, dice que haciendo cuenta, el tigre lo ha afectado, en 12 cabezas, por año...
Y le quitan todo lo que se produce.
Hace pocos días se encontró un ternero herido a seis kilómetros de esta localidad, en las yungas.
El poblador relató que lo halló lastimado, y lo salvó su madre, que era muy mala, muy protectora.
Un biólogo, Pablo, analiza las heridas.
Sin duda se trató de ataque de un yaguareté.
En el anca se observan las muestras de la garra.
Y en la cruz, una mordida de gran tamaño.
Son evidencias de la forma en que ataca el felino.
El poblador Coronato Reyes, está preocupado.
Pero esta vez la suerte corrió de su lado.
El ternero, quizás, pueda recuperarse plenamente.
Pero el biólogo Pablo, sabe que estos ataques enervan el ánimo de los pobladores.
Son siempre el preámbulo de una partida de caza.
Pero los pobladores, no pueden matar a los tigres protegidos en el Parque Nacional.
Y hace más de 20 años, que Pablo se dedica al estudio y conservación de los yaguaretés, en estas yungas.
Sabe que los colonos, seguirán cazando al yaguareté.
Y esto plantea un dilema para Pablo.
¿Cómo conservar al yaguareté aquí sin afectar la economía de los pobladores?
Si quiere proteger a la especie, debe encontrar una solución a este problema.
Los yaguaretés cazan ganado, cuando faltan animales silvestres.
Pero en un ambiente saludable, siempre hay comida suficiente.
Prácticamente, cualquier animal mediano o grande, puede ser transformado en presa.
Claro, que ellos prefieren algunas especies.
Los carpinchos reaccionan inmediatamente.
Ahora el jaguar tiene algo a su favor.
Los pecaríes, también pueden ser presas.
El jaguar intenta un acercamiento. La piara, siempre tiene un rezagado, fácil de atrapar.
Pero no siempre es fácil cazar en silencio.
Los pecaríes son animales, muy atentos a los sonidos.
Un yaguareté adulto, atrapa una presa, tras varios intentos.
Esto no le impide cazar animales, que se defienden muy bien, como el oso hormiguero, de más de 200 kilogramos.
La Bióloga Lucía Palacios del Instituto de Biología Subtropical, para conocer que presas prefieren los yaguaretés, investigó los pelos en sus deposiciones, y tiene una estructura particular, que puede observarse al microscopio.
Lucía catalogó los pelos de los mamíferos medianos y grandes, del Norte Argentino.
Estos datos fueron determinantes de conocimientos precisos, y con esta investigación, los pelos de jaguares y otros predadores, pueden usarse, para determinar de que presa provienen.
Ahora los investigadores, pudieron conocer, lo que el jaguar que se seguía con collar en Iguazú, cazaba con avidez.
Se recuperaba la información del GPS, del animal, pero esa instancia de recuperación de datos nunca funcionó muy bien, con dificultad técnica, de transmisión de datos, que impidió obtener buena información requerida.
El animal estaba bien, pero el collar, no funcionaba debidamente.
Y con el tiempo, la situación empeoró.
A los nueve meses, se dejó de tener ninguna información, del animal.
Y pensamos que se había dañado el collar.
El animal seguía en el territorio, y Agustín, el biólogo, necesitaba recuperar la información.
El collar tiene un dispositivo que le permite soltarse, y emitir señal de localización.
Pero esto fracasó, porque el collar nunca se soltó, y la única opción era una recaptura del animal.
Y cerca de donde había sido fotografiado, se instalaron cuatro trampas.
Haberlo capturado una vez fue un hecho fortuito, pero la recaptura era algo más difícil.
Tres semanas una trampa se disparó, y el equipo acudió, de inmediato.
Y el animal pudo ser recuperado.
Y una cuadrilla silenciosa de veterinarios y biólogos, lo rodeó, rápidamente, trabajando con precisión, y no iban a tener muchas oportunidades como ésta.
Le sacan el collar defectuoso, y le colocan uno nuevo, ignorando si se puede recuperar algo de la información.
De a poco el yaguareté, se recupera, y vuelve a la selva.
Agustín ignora hasta que punto este ejemplar, cambiará la historia de los yaguaretés misioneros.
Si los yaguaretés no fueran perseguidos, quizás podrían recuperarse.
Una hembra entra en celo cada dos años.
Durante dos semanas ella tolera la cercanía del macho elegido.
Y juntos recorren el territorio que comparten.
Luego, cada cual, seguirá su camino.
Con tres meses y medio de gestación, la hembra tendrá su camada.
Las hembras garantizan el recambio generacional, de una población, y cuando aparecen, siempre son el centro de la atención.
Donde trabaja el guardaparque Gabriel San Juan, se conoce a una hembra yaguareté.
Gabriel explica que ponen cámaras, para poder filmar al yaguareté, siempre, en la zona.
Las cámaras trampa le permiten desarrollar sus dos pasiones, la fotografía y la observación de la naturaleza.
El recorre las cámaras, con sigilo, cada quince días, para no alterar la selva, en demasía.
Y para él, lo fascinante, es mirar la tarjeta, en su computadora, y ver lo nuevo que va apareciendo.
De esta manera filmó a esta gran gata madre, de este sitio.
Ya antes Agustín, había obtenido una foto legendaria de esta misma hembra.
Estaba en celo, acompañada por un macho.
Después de ese celo, que fue en el 2008, el día 13 de febrero, del 2009, la encontró con los cachorros, caminando en una calle interna.
Y se la logró filmar con sus dos cachorritos.
En cinco años, tuvo tres camadas de yaguaretés.
Las imágenes evidencian el movimiento de las crías, siempre seguidas de cerca por su madre.
La recuperación del jaguar depende de hembras como esta, llamada Yacirandí.
Durante su vida, una hembra puede parir unas diez crías.
Un número importante, para lograr el equilibrio que ofrecen estos predadores.
Y Gabriel fue testigo privilegiado de la vida de Yacirandí...
Y el replicó: -Para mí Yacirandí es la madre, la madraza. Las conocemos de verle sus huellas.
La última cría se la llamó Yacipeí, una hembrita fuerte y sana, que abre nuevas esperanzas sobre el futuro de estos tigres.
Yacirandí, despertó también el interés de los científicos, y una noche cerrada, la lograron capturar, y el biólogo Agustín, espera, que brinde información complementaria al macho anterior.
Estos datos sirven para su protección, y para el resto de las hembras misioneras.
Yacirandí, será seguida de cerca, a partir de ahora.
La tigra de Aldo Chiappe, comienza a cobrar vida. Una relación profunda une al artista con su obra.
Luego será de todos.
Pero en este instante es solo un diálogo.
Una transformación de pigmentos en significados.
Un devenir, que cambia a la tela, y cambia al pintor, que ya nunca serán iguales...
Día a día la escena va tomando dimensión, la hembra con sus cachorros, comienzan a escpar del artista, con un universo cambiante de fondo y formas.
Los trazos, son todavía gruesos, eran el entorno embrionario, que se gestó en este tributo.
Agustín busca en el viejo collar que había fallado, y logra información.
Y se ponen contentos, pues todo el esfuerzo de casi dos años, valió la pena.
Se almacenó la información del animal cada treinta minutos.
El biólogo Carlos Deángelo, con miles de datos para analizar, puede completar el rompecabezas que lo ocupó durante mucho tiempo.
Fue una información valiosa, para conocer cómo los yaguaretés usan su hábitat.
Tenía un movimiento de 9 kilómetros diarios, se movió muchísimo, con días de desplazamientos de hasta 25 kilómetros.
Se repondieron muchas preguntas a las que anteriormente no se tenían respuestas.
Y saber qué necesitan los jaguares, es clave para su conservación.
Hay que mantener una buena superficie de hábitat, y que ese sitio esté en buenas condiciones.
Y que se disminuyan las amenazas en ese sitio, que nos sea cazado el yaguareté.
En Misiones, la superficie de la selva se fragmentó, en demasía, áreas cubiertas, son interrumpidas por chacras, que rompen su continuidad, y se hace ya más difícil el intercambio de los individuos, es de imperiosa necesidad, que existan conexiones de las áreas.
Carlos elaboró un mapa primario, de las áreas, para asegurar el contacto entre los tigres. El yaguareté capturado dos veces logró información preciosa, para salvar la especie.
Y todos esperábamos, que lo siguiera haciendo, pero un día se perdió el contacto con el animal.
El felino había desaparecido.
Y tampoco se lograba su captura fotográfica, por las cámaras trampa.
Los científicos, detectaron, otro macho en su territorio.
Agustín temió, que este nuevo macho lo hubiera desplazado a zonas más peligrosas.
Con el paso de los días, las posibilidades de localizarlo, se hacían más difíciles.
Durante el invierno las yungas se cubren de nubes bajas, y en la estación seca, ellas aportan la humedad, que sostiene, toda la región.
El paisaje se sumerge en una larga calma, con cerros, que aparecen y desaparecen, sin embargo, los yaguaretés acechan al ganado, y el problema que preocupa a Pablo, sigue latente.
Ahora se llega a una solución que beneficiará, tanto a los tigres, como a los pobladores, pero su idea, tiene algunos obstáculos.
Aquí, el ganado se cría, sin ningún tipo de manejo, las vacas se dispersan, y los pobladores, las buscan, cuando desparecen.
Esto es incompatible, con la solución que Pablo tiene en mente.
Sin embargo, algunos vecinos de Baritú, en Yungas, aceptaron la propuesta.
La solución encontrada por Pablo, es simple, en lugar de evitar que los pobladores, cacen yaguaretés, Pablo, intentará que los tigres, no cacen al ganado.
Si los pobladores no pierden terneros, no se organizarán, ya, las partidas de caza.
Este corral de 9 hectáreas, es el primero de cuatro, que se harán en Baritú, Yungas, y fue construido por un grupo de familias para proteger sus animales, que tienen alto riesgo de ser atacados.
Es una idea sencilla, que sea comunitario, hacerlo entre todos, con los primeros resultados, prometedores.
Las familias que participaron en el corral, no tuvieron grandes pérdidas, en el último tiempo.
Y se constituyó en estímulo de importancia, para el resto de los pobladores.
Pablo sabe, que aún queda, mucho trabajo, por delante, y es la primera vez, que se intenta un proyecto, de este tipo, con el yaguareté.
Y si los corrales, minimicen el ataque al ganado, la vivencia armónica entre el felino y la gente, puede dejar de ser una utopía.
Los corrales de Pablo, protegen al ganado, del ataque de los jaguares, pero en la provincia de CORRIENTES, SE CONSTRUYEN OTROS CORRALES, CON MOTIVOS DIFERENTES.
En pleno corazón de los Esteros del Iberá, se está creando un centro de cría de yaguaretés, la idea, es que a partir de animales de cautiverio, puedan devolverse a la vida silvestre, que se obtengan crías, que puedan ser liberadas, en la naturaleza.
Estos animales, no tendrán contacto, con el ser humano, y va a servir, para reintroducir el yaguareté, en áreas, donde está despareciendo.
Pensemos que los ecosistemas, a veces son como las obras de arte, tienen un deterioro, padecen problemas que los desdibujan, pero también en el arte, existe la restauración, y con animales, producidos en cautiverio, podemos contribuir a restaurar, estos ambientes.
Puede ser que no tengamos muchas oportunidades, ni tampoco tengamos mucho tiempo, entonces es importante que tengamos esas poblaciones cautivas, que están hoy, y las crías de esos animales, encolumnadas, detrás de un proyecto, podrían reforzar o fortalecer, las poblaciones, hoy amenazadas, del tigre del Impenetrable chaqueño.
En sus viajes en el Chaco, Gabriel y Verónica Quiroga, buscan las cámaras, las instalaron, en lugares cercanos al río, donde el número de presas es mayor.
La cámara está en condiciones, sus baterías, aún conservan la carga.
Verónica guarda la tarjeta de memoria, para revisarla en la noche.
Ahora deben avanzar, hasta el próximo campamento.
La niebla, parece acercar, las costas del Bermejo, con promesas de yaguaretés, en cada curva.
¿Por qué la estancia La Fidelidad, parece un buen lugar para la especie?
Tuvo baja actividad productiva, no hay pobladores en su interior, y especialmente, cuenta, con enorme cantidad de presas.
Unos quince pecaríes labiados, están arrinconados, en la orilla, se los ve agotados, y algunos, ya han muerto.
Verónica y Gabriel, intenta que los pecaríes alcancen la playa más cercana.
Seguramente, son parte de una piara, que escapando de predadores, se largó a cruzar el río, y quedó atrapada en el lugar.
Dan la impresión, de estar allí, hace varios días.
Con la ayuda de los biólogos, escapan hacia tierra adentro.
Ahora, los biólogos, que no pueden perder más tiempo, deben avanzar, aún, varios kilómetros, antes de acampar.
A última hora, Verónica, en su carpa, revisa las primeras fotos.
Realmente La Fidelidad, es un sitio, lleno de fauna, decenas de especies, pasearon, frente a la cámara, una corzuela parda, un tapir, y la ansiedad, se va transformando en angustia, y el yaguareté NO APARECE.
Sus esperanzas, quedan postergadas, hasta la próxima vez.
Por ahora, las cámaras no muestran yaguaretés.
Gabriel San Juan tiene una mejor suerte.
Una de sus cámaras, mostró nuevamente a Yacirandí, llevando el collar, colocado por los científicos.
Gabriel, sigue de cerca los pasos de la hembra, y de su última cría.
Con casi un año, Yaciteí, sigue acompañando a su madre.
Como parte de su rutina, ambas cruzan a menudo la ruta de acceso a Iguazú.
Y trágicamente, las rutas de Misiones, son cementerios de animales, hay ocelotes, comadrejas, zorros, pumas, unas semanas atrás, y hay muchos zorros atropellados, también.
Un registro informó de 289 atropellamientos anuales, en un tramo de sólo 22 kilómetros de ruta.
A medida que crece el turismo en el Parque Nacional de Iguazú, este problema se agrava.
Los carteles de advertencia, no resultaron suficientes, y la gente no toma aún conciencia.
Habrá que hacer cumplir la ley, en algún momento, y una forma de evitar todo esto, es evitar que los caminos de los vehículos y los caminos de la fauna, no se crucen.
Esto es el intento de los pasa-faunas de Conservación Argentina, son túneles o alcantarillas, que permiten el cruce de los animales, evitando el contacto directo con la ruta.
A medida que los animales, van tomando confianza, los comienzan a transitar.
Los pasa-faunas, se emplean con éxito, en muchos países, y en la Argentina, comenzó a funcionar en la provincia de Misiones, y si bien está en etapa experimental, se logró un buen desempeño.
Pero en las rutas sin pasa-faunas, los atropellamientos crecen año a año.
Pero la atención del público sólo apareció, cuando el animal atropellado fue un yaguareté.
Un guardaparque, sintió el impacto muy fuerte en su cercanía, y sin saber lo que era, fue a mirar.
Pensaba que podía ser una persona, u otro animal más grande, no sabía...
Y encontró a 200 metros, el yaguareté, hecho pedazos, y después del impacto observó ver pasar al colectivo, y llamó al control de gendarmería, a unos 12 kilómetros, y solicitó que se detuviera al colectivo que tuviese un impacto.
Había pedazos de paragolpe en el lugar.
La muerte inútil de un yaguareté, fue un gran golpe para todos.
Algo que quizás se podría haber evitado.
A una población diezmada por la caza, la pérdida de hábitat, ahora, se sumaba la muerte por atropellamiento.
El guadafauna explicó que en ese momento se desmoronó, y constató que era Yaciteí...
La última cría, había muerto atropellada, y sólo se pudo identificar, por sus manchas.
Su madre, estuvo diez días en la zona, buscándola...
Ver un hermoso animal, hecho pedazos en la ruta, era una impotencia terrible.
Desde chiquita, la siguieron caminando en el Parque.
Desde el aire, la superficie de Misiones no es alentadora, y no parece haber muchos sitios adecuados para el yaguareté.
Carlo Deángelo, está tratando de localizar al felino cuyo transmisor se calló...
Tiene una señal,algo lejana.
Agustín inició su búsqueda, y muchos kilómetros de selva lo separan desde el punto marcado desde el aire.
Lo desconcierta de que el felino se estableciera en este parque Uruguarí.
A tres horas, la señal, comienza a escucharse débilmente.
Todo indica que se están aproximando al animal. Pero lo encontrado, no fue lo esperado.
Lo que quedaba del animal era su cráneo, algunos huesos y el collar, y eso fue devastador para Agustín y su equipo.
Fue un momento, bastante fuerte, y muy triste, encontrarlo, y saber que había terminado de esa manera.
Los restos indicaron que el jaguar había muerto de un disparo, pocas semanas atrás.
Y lo que escuchamos, que matan yaguaretés, todos los años, era tristemente una realidad.
Y a este felino que lo habían seguido por más de seis años, fue muy triste descubrirlo así.
Lo que deseaban era que los animales se murieran de viejos, y no así.
Su final, es ejemplo de lo que ocurre con la especie, en Misiones. Son individuos, que nunca han entrado en conflicto con el humano, y terminó siendo cazado, dentro de un área protegida.
La muerte del animal, no sólo truncó una investigación que ayudaría a todos los jaguares, también disparó una serie de protestas indignadas, en localidades misioneras, y bajo el lema La selva está de luto, la Fundación Vida Silvestre Argentina, y otras organizaciones, manifestaron su malestar, en la política de control de la caza furtiva, y sobre la falta de atención a las áreas protegidas, de Misiones.
Lo que quedó claro que en Misiones, los yaguaretés no gozaban de una protección adecuada.
En el Chaco, Verónica y sus tres acompañantes, encontraron una huella de yaguareté, a pesar de todo.
Y encontrar esa huella, aumentó las esperanzas, pero revisando las fotos de la última cámara, no ha salido ninguno, lamentablemente.
El río Bermejo, corre silencioso, es un gigante dormido, que despertará con la creciente del verano, modelando las costas de La Fidelidad. Quizás despierte al otro gigante, que se esconde en la niebla...
El cuadro de Aldo Chiappe, está casi listo, el hecho estético que celebra la magia, encerrada en la tela, es una realidad.
Aldo se aproxima al mundo con alma de naturalista, en eso radica la esencia de su arte, con cada obra instala la mirada de un hombre que evoca la naturaleza perdida.
Su talento tiene un lazo, que devuelve al humano la belleza invisible. La tela ya no existe.
Ahora es un mundo, cerrado, completo, palpitante en la vida de sus personajes.
La hembra que dialoga con Aldo, está predicando el regreso a la inocencia, sus cahorros no morirán estrellados, cazados, y tendrán para siempre una selva pródiga, protectora.
La desaparición del yaguareté, significa una sociedad deshumanizada, sin embargo, quizás no todo esté perdido, en Misiones se trabaja en un plan de acción, para proteger la especie, y si se logran reducir, la caza y los atropellamientos, se puede soñar con una población viable.
En las yungas, los pobladores y los felinos aprenden aconvivir.
La huella encontrada en el Chaco, indica que aún viven jaguares, en la zona.
Y quizás los tigres nacidos en el Iberá, puedan reforzar, las castigadas poblaciones de este hermoso felino.
Con la formación de una Parque Nacional en el Impenetrable, no sólo se protegerá a los yaguaretés, sino a un ecosistema único.
La historia del yaguareté en la Argentina, está en una encrucijada, puede derivar en la recuperación de la especie, y de una forma virtuosa de relación entre el ser humano y la naturaleza, o puede ser la crónica de una extinción inevitable.
El video se hizo en homenaje a Juan Carlos Chebez, un destacado conservacionista argentino.
Un cerrado aplauso culminó la proyección.
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