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lunes, 26 de enero de 2015

UNA VISITA DEL MAESTRO HERNÁNDEZ LARGUÍA.

Un nuevo paciente: el Maestro Cristian Horacio Hernández Larguía.

En el mes de enero del 2015, haciendo un reemplazo de un médico, que estaba en vacaciones, surgió una visita inesperada.
Se presentó a mi consultorio, el reconocido Maestro Hernández Larguía, a solicitar que lo inscribiera como nuevo paciente…
Esto de nuevo paciente es un decir, por dos motivos, el primero, que ya había sido mi paciente durante años, pero nunca había concurrido a mi consultorio, sino a través de su esposa, una señora muy amable, que siempre me solicitaba medicamentos para ella y aún para él, pero Cristián, no sabía que yo era su Médico de Cabecera.
Posteriormente, y al fallecer su señora, lo perdí de vista, y me lo encuentro nuevamente en la puerta de mi consultorio.
El segundo motivo de decir nuevo paciente, es que Cristián tiene nada menos que 93 jóvenes años, e ingresó a mi consultorio, rápidamente, y muy derechito, como un verdadero joven…
Él me refirió después, que esto de su edad, a la gente le llama la atención, y especialmente a los médicos, y él dice que como la pregunta es constante, ¿cómo hizo para llegar bien a esta edad?, relata que tiene un discurso ya preparado: -Nunca hice deportes, nunca hice ejercicios, ni gimnasia, nunca, como y bebo lo que me gusta, no lo que me hace bien, y odio las cosas que hacen bien, yo como porque me gusta, si no, no como.
Yo acoté: Tiene sus gustos…
-Sí, tengo mis propios gustos.
-Novias, mil, mil novias.
La esfera amorosa, la tiene bien cubierta, por lo que observo, le dije.
-Y además, haber hecho, y esto es un privilegio que he tenido, haber hecho, durante toda mi vida, lo que a mí siempre me gusta hacer, y nunca en mi vida he trabajado, de otra cosa.
Bueno, en el sentido de trabajo físico…
-Si, en el sentido del anatema bíblico: Te ganarás el pan con el sudor de tu frente.
Bueno, usted trabajó como músico, y descolló, en nuestra ciudad de Rosario.
Y él, con sus 93 años, me corrigió:      -¡Trabajo como músico!
Por eso, eso es trabajo, el trabajo intelectual, es muy importante, para uno, y aún para la sociedad, y se dice que consume más energía que el trabajo físico.
-Yo nunca sudé, ni nada.
Pero yo pregunto: Cristian, dígame la verdad: ¿no se puso nervioso más de una vez, con alguna partitura, con algún músico, o con algún integrante del coro, que dirige…?
No, no, bueno, yo he trabajado con grupos, vocacionales, siempre, y en los grupos, como en cualquier club, siempre hay alguien, hay roces, hay distintos egos, y yo a esta altura no sé si a los Coros vienen los locos, o la gente se vuelve loca dentro de los Coros, je, je, je.
Bueno, somos así, que se le va a hacer.
Siempre hay gente rara, gente problematizada.
¿Y a usted no le repercute?
Bueno, trato, digamos, de que la cosa se solucione, siempre he tenido la idea, de que, yo he trabajado con dos grupos, esencialmente, con el Coro Estable, desde el 46, hasta el 11 o el 12, en que dejé de trabajar con ellos, y el Promúsica, lo fundé en el 62, y sigo con ellos, y siempre busqué, que haya una Comisión Directiva, que sea la que se ocupe, de todo lo que no sea estrictamente musical, sí. 
Y con eso, yo me he descargado bastante, sí, esto es muy importante.
Y le expresé: Lo que usted hace en Rosario, para la Navidad, para Fin de Año, con la orquesta y el Coro, y el público que siempre lo acompaña, esas reuniones, yo he asistido, a una, hace un par de años, al Monumento a la Bandera, en Rosario,…
Y Cristián me expresó, que lamentablemente, allí, no se puede hacer más.
¿Por qué no se puede hacer más allí?
Por los costos, con el problema climático, porque es imposible saber que va a pasar con el factor tiempo, en una hora y media que dura el espectáculo, y que junta a tanta gente.
Ahora, le expresé, ese momento, que Usted hace con las luces, y con la música, es un sueño, realmente…
Pero por ejemplo, nunca jamás, yo estoy nervioso, antes del concierto, nunca.
Cuando hacía lo del Monumento, ahora lo hacemos en el Teatro, el último lo hicimos en el Círculo, un hermoso teatro de Rosario, yo no estoy pensando qué es lo que voy a decir, y cómo lo tengo que decir, va surgiendo espontáneamente, yo llego allí, me zambullo y que salga lo que salga…
Bien, más lindo, más espontáneo.
Pero siempre atrás de todo hay una organización, que se ocupa de todo tipo de cosas, y el ensayo general de eso, jamás lo hago yo, es decir, que yo llego fresquito, he dormido durante todo el día, me levanto muy tarde, yo me levanto una y media, o dos de la tarde, y a veces más tarde, quiere decir, que cuando llego a las 9  de la noche, para el concierto, estoy una pinturita, una verdadera uvita, je, je.
Y estábamos en una reunión de amigos, y estaba mi hermano, y él se quedó callado, no dijo nada, y cuando terminé de hablar, me dice, sí, pero vos te olvidás de una cosa, que nuestro tatarabuelo, murió, de una rodada de caballos, porque estaba separando hacienda, a los 110  años, estaba trabajando.
A la pirinola, le expresé, sorprendido.
Murió por la rodada de caballos, si no, quizás estaría aún con nosotros, je, je, je.
Bueno, Cristián, yo quiero preguntarle, que usted me comente, ¿Cómo decidió usted meterse, embanderarse, en todo esto? ¿Cómo surgió su vocación?
Es una historia muy larga, y comenzó, según mi hermano, que lamentablemente falleció, yo tengo un hermano, solamente, éramos dos, y él decía que yo a los tres y cuatro años, yo tenía un disco preferido, pues mi padre trabajaba con música, siempre, y en aquella época, tenía una vitrola, él
era arquitecto, y tenía el estudio, siempre en su casa.
Y yo siempre era muy compañero de mi padre, así que hinchaba bastante, y pienso lo que habrá sido, para los pobres dibujantes, del estudio, aguantarme a mí.
Entonces, mi padre, como él veía que a mí me gustaba mucho la música, y que había ciertos discos que más me llamaban la atención y disfrutaba, la vitrola, estaba en una tarima muy alta, y él me hizo como un escalón, y una escalerita, y yo subía allí, y yo le hacía a mi hermano, que él le diera cuerda a la vitrola, y yo ponía mi disco preferido.
Y mi disco preferido, oh, sorpresa, y a los 3  años, era un disco de Coros, je, je.
Un disco de Coros, mire usted, que cosa increíble…
Era el que más me gustaba, y de grande descubrí que un disco, que estaba en alfabeto cirílico, que era un disco de unos cosacos del río Ural.   
Una cosa increíble, y además, que si me hubiera gustado por ejemplo algo folklórico…
Pero a lo mejor, le abrió el espectro suyo…
Y claro.
Bueno, yo ya venía con el oído educado de la música que escuchaba mi padre, todo Beethoven, Mozart, Brahms, y así.
De chico viví eso.
¿Y cuando se decidió a orientarse definitivamente con la música?
Y mi hermano tocaba piano, tocaba muy bien, y a los quince años, a mí me gustaba muchísimo Bach, porque la segunda obra que me gustó mucho cuando fui un poco más grande, era el Concierto para dos violines de Bach, y yo no sabía que era un concierto, que eran dos violines, ni nada, pero me gustaba eso. Me lo sabía de memoria.
Y a mí siempre me gustó mucho Bach, nadie sabe bien por qué, y mi hermano estudiaba obras de Bach, y yo las quería tocar, y no podía, y entonces anotaba el nombre de las notas, sobre la nota, claro era un lío tremendo, y se empezó a complicar cada vez más, y para tocar una obra tenía que estar anotando mucho tiempo, y llegué a la conclusión que era mejor estudiar música que usar esta método primitivo y absurdo, que había inventado yo, je, je, je.
Y a los quince años, empecé a estudiar música.
Con una italiana, la signorina Giusseppina Prelli, que era una excelente pianista pero además era muy buen para instrumentar el clave, era clavecinista, y había estudiado con      
Vanda Landowska, que impuso el clave en el mundo, y ella tuvo el primer clave que había en la ciudad de Rosario.
Y en este momento, estoy viendo el estudio de mi padre, estoy viendo la vitrola, estoy viendo la etiqueta del disco, de 78, acuérdese, sí.
Dicen que el estímulo, al cerebro, que usted hace con la música, hace constantemente nuevas conexiones neuronales, y mantiene la memoria.
Pero yo siempre tuve mala memoria, y ahora peor.
Todos tenemos algún deterioro con los años.
Pero por allí, rememoro, cosas insólitas. Lo que le estoy contando, lo estoy viendo.
Siempre investigó todos los instrumentos que fue conociendo, pero se especializó en piano, y en órgano.
Le agradecí al Maestro Hernández Larguía, todos estos bellos recuerdos… 

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